En el Neolítico, el hombre recolectó con profusión las uvas silvestres, como lo demuestran multitud de pruebas arqueológicas.
La asociación fortuita entre formas ancestrales de Saccharomyces cerevisiae, levadura principal en el proceso de fermentación de mosto a vino, y V. vinifera, junto con el desarrollo de la Agricultura, constituyó el principal revulsivo en el desarrollo de la Vitivinicultura.
Otro hecho que pudo potenciar su desarrollo pudo ser que el vino se mantenía en buenas condiciones de consumo durante varios meses después de la fermentación: a partir de unos frutos que rápidamente se estropeaban se obtenía un producto que podía conservarse durante un periodo razonablemente largo y que presentaba interesantes propiedades estimulantes.
El desarrollo de la Agricultura, y en su seno el de la Vitivinicultura, implicó un cambio profundo en la forma de vida del ser humano, que pasó del nomadismo al asentamiento de la población, pues la vid y otros cultivos requieren cuidados no compatibles con una forma de vida nómada, sobre todo en plantas con un ciclo vegetativo relativamente largo.
Muchos autores sitúan el origen de la Vitivinicultura en la zona sur del Cáucaso, concretamente zonas del noroeste de Turquía, norte de Irak, Azerbayán y Georgia, quizás paralelamente al desarrollo de la Agricultura (Zohary y Hopf, 1988).
Sin embargo, y como señalan otros autores, la domesticación también pudo producirse de forma independiente en otros lugares, como la Península Ibérica (Núñez y Walker, 1989).
La asociación fortuita entre formas ancestrales de Saccharomyces cerevisiae, levadura principal en el proceso de fermentación de mosto a vino, y V. vinifera, junto con el desarrollo de la Agricultura, constituyó el principal revulsivo en el desarrollo de la Vitivinicultura.
Otro hecho que pudo potenciar su desarrollo pudo ser que el vino se mantenía en buenas condiciones de consumo durante varios meses después de la fermentación: a partir de unos frutos que rápidamente se estropeaban se obtenía un producto que podía conservarse durante un periodo razonablemente largo y que presentaba interesantes propiedades estimulantes.
El desarrollo de la Agricultura, y en su seno el de la Vitivinicultura, implicó un cambio profundo en la forma de vida del ser humano, que pasó del nomadismo al asentamiento de la población, pues la vid y otros cultivos requieren cuidados no compatibles con una forma de vida nómada, sobre todo en plantas con un ciclo vegetativo relativamente largo.
Muchos autores sitúan el origen de la Vitivinicultura en la zona sur del Cáucaso, concretamente zonas del noroeste de Turquía, norte de Irak, Azerbayán y Georgia, quizás paralelamente al desarrollo de la Agricultura (Zohary y Hopf, 1988).
Sin embargo, y como señalan otros autores, la domesticación también pudo producirse de forma independiente en otros lugares, como la Península Ibérica (Núñez y Walker, 1989).
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