sábado, 30 de junio de 2007

El genio tenebroso

José Fouché fue uno de los hombres más poderosos de su época y uno de los más extraordinarios de todos los tiempos. Sin embargo, ni gozó de simpatías entre sus contemporáneos ni se le ha hecho justicia en la posteridad.
Cuesta trabajo imaginarse que el mismo hombre que fue sacerdote y profesor en 1790, saquease iglesias en 1792, fuese comunista en 1793, multimillonario cinco años después y Duque de Otranto algo más tarde.
Pero cuanto más audaz le observaba en sus transformaciones, tanto más interesante se me revelaba el carácter, o mejor, la carencia de carácter de este tipo maquiavélico, el más perfecto de la época moderna.
Sólo una persona acertó a ver esta figura única en su propia grandeza, y no el más insignificante precisamente: Balzac. Espíritu elevado y sagaz al mismo tiempo, no limitándose a observar lo aparente de la época, sino sabiendo mirar entre bastidores, descubrió con certero instinto en Fouché el carácter más interesante de su siglo.
En la vida real, verdadera, en el radio de acción de la política, determinan rara vez -y esto hay que decirlo como advertencia ante toda fe política- las figuras superiores, los hombres de puras ideas; la verdadera eficacia está en manos de otros hombres inferiores, aunque mas hábiles: en las figuras de segundo término. Uno de los secretos de Fouché es la discreción, nunca estaría en primera línea del combate político e ideológico, lo suyo eran las bambalinas. Escondido entretelones “siempre es otro el que paga con su sangre por las palabras y la política de Fouche´”.
Sus enfrentamientos con los tres hombres más poderosos de Francia en su época, Robespierre, Napoleón y Luis XVIII provocarán los episodios más psicológicamente excitantes de la Historia de la Revolución. A punto de perder la vida a manos de cualquiera de ellos, los pudo sortear e incluso pisotear cuando llegó el momento.

1 comentario:

vidiya dijo...

Extraido del libro:Stefan Zweig, "Fouché, el genio tenebroso". Editorial Juventud. España 1984.
Personalmente disfruté mucho con su lectura hace ya años, todavía lo recuerdo.