sábado, 28 de noviembre de 2009

Invasión alemana en Ucrania

viernes, 27 de noviembre de 2009

Bibliomanía

Carl spitweg, El arte de escribir (1839)

En una de las cartas del Nuevo Epistolario de Menéndéz Pelayo, el gran polígrafo, fervoroso amante de los libros, le dice a su hermano Enrique, guardián de la biblioteca de aquél: «Te suplico que no prestes la España Sagrada ni al obispo ni a nadie. Sería para mí grave disgusto ver descabalada, aunque fuera temporalmente, una obra que, para mí es de diaria consulta...; nada de préstamos de libros, ¡por Dios!, y sobre todo nada de préstamos de tomos sueltos. Asi se hacen polvo las mejores bibliotecas...»
¡Qué razón tenía el admirable maestro! Su actitud, más bien hija de la previsión, era dictada por la experiencia. Sólo por excepción son devueltos los libros prestados. Los afectivos no negamos a ningún amigo el libro que nos pide; a veces, cuando su lectura nos ha entusiasmado, nosotros mismos lo ofrecemos para compartir con otro el deleite gustado. Porque los placeres del espíritu
son tan nobles que se hacen más intensos cuanto más se comparten. Pronto tenemos que arrepentimos de nuestra largueza: el hermano espiritual a quien se lo brindamos usa de su hermandad para quedarse con el libro. En toda biblioteca, por modesta que sea, debía figurar este letrero: «No se prestan libros; los necesito yo; son mis compañeros amados». Aunque tal vez ni aún así evitáramos el triste saqueo de los anaqueles, donde los huecos dejados por los libros ausentes parecen feas mellas que mudas nos reprochan nuestra debilidad.
Los enamorados de los libros —principalmente de los ajenos — han llegado a constituir una especie de hombres muy rica en variedades. Unos son bibliófilos, otros bibliómanos, los hay bibliólatras y a veces bibliófagos y bibliocleptos. Sobre esta última gran familia podría escribirse un abultado libro, describiendo sus caracteres, resortes y procedimientos. El bibliófilo, o sea el amante de los libros, padece una leve y grata fiebrecilla que espolvorea de mostaza su vida
para hacerla más sabrosa. Cuando la fiebre sube, el bibliófilo se trueca en bibliómano; si la bibliofilia imprime al pulso ritmo más celero, la bibliomanía - es ya una enfermedad. Que toca a su ápice en el bibliólatra, para quien vivir es acumular libros; hasta degenerar en bibliófago, quien los encierra y sepulta donde nadie sepa que está oculto su tesoro. Pero el gran malhechor, del que debemos guardarnos, es el biblioclepto. el ladrón de libros, su pasión es más feroz que la pasión del oro; nos lo pedirá para engañarnos y quedarse con él; o nos lo escamoteará en un descuido. No le enseñemos jamás un libro anotado como raro; pasará a sus manos por mucha que sea nuestra vigilancia; las rejas y cerrojos de «El celoso extremeño» serían insuficientes para preservarnos de las mañas del amigo tocado de bibliocleptomanía.
Dos ricos bibliófilos ingleses, cordiales amigos convinieron en imprimir a todo lujo un libro del que sólo tiraron dos ejemplares, uno para cada cual; pronto comenzaron a sentir la comezón de la recíproca envidia; cada uno quería poseer el ejemplar único; cierto día, uno de ellos, aprovechando la ausencia del otro, se presentó en casa del ausente y rogó a la mujer de éste que le permitiara cotejar el ejemplar del amigo con el suyo para comparar los grabados; aprovechando un descuido, arrancó del ejemplar ajeno dos o tres hojas para estropearlo, y satisfacer así su pasión. El amigo lo llevó a los tribunales; éstos condenaron al malhechor a pagar dos mil libras de indemnización; la Sociedad de Bibliófilos inglesa quiso expulsarlo de sus filas; pero el acusado les apostrofó, diciendo: «¿Quién de vosotros no hubiera hecho en mi caso lo. mismo?». Habló la conciencia en el interior de cada uno -y no lo expulsaron; todos se sintieron intimamente culpables.
El verdadero bibliófilo no tiene más pasión que los libros; los ama, y el amor es fuente de buenos sentimientos, aunque sea exclusivo.
Al eminente helenista Adriin Turnebe hubo, que sacarlo de su biblioteca el día de su casamiento: entregado a sus lecturas se había olvidado de la ceremonia. El erudito abate Goujet se murió de dolor el día que tuvo que vender su biblioteca.
Scalígero decía: «¿Queréis conocer las grandes desgracias de la vida? Vended vuestros libros». El filólogo Brunck, que en 1791 tuvo que vender parte de su biblioteca, y en 1801 el resto, lloraba cuando veía el nombre de algún autor de los libros que había vendido y a poco murió de pena. El príncipe Camerala que también tuvo que vender sus libros, se pegó un tiro por no poder vivir sin ellos. El marqués Chalabre murió de desesperación por no encontrar un ejemplar de una «Biblia» que no existía porque la había inventado un novelista.
Petrarca murió en su biblioteca, sentado junto a una ventana con un Virgilio en las manos; el insigne historiador Mommsen murió a consecuencia de habérsele incendiado los cabellos con una bujía de que se servía para buscar sus libros.
Caro lector: ni prestes libros ni los ames demasiado: son unos tiranos; te lo aconseja un escarmentado.
Baldomero ARGENTE (1877-1965)

La Vanguardia, 23 marzo 1956

El amante de libros

Jean-Charles Emmanuel Nodier (1780-1844) fue un prolífico escritor -poeta, cuentista, novelista, ensayista, historiador- aparte de bibliotecario, filólogo y periodista.
Charles Nodier fue un niño prodigio y su fuerte era la oratoria. Con nueve años fue el encargado de realizar un discurso de gratitud a uno de los generales victoriosos de la Revolución. Sin embargo, años más tarde, su obra, La Napoleona, una oda antinapoleónica, le costaría un mes de prisión.
Durante su niñez y juventud vivió numerosas aventuras y viajó por toda Europa, pero en su madurez y vejez no se movió de la Biblioteca del Arsenal, donde había conseguido el cargo de bibliotecario mayor que ocupó hasta su muerte.
Bibliófilo empedernido, fue un consumado políglota que dominó diversas lenguas europeas, lo que le permitió disfrutar tanto de nuestro Quijote, como de los desvaríos de la novela gótica inglesa, de Shakespeare como del alemán Goethe y, especialmente, de Hoffman y los hermanos Grimm. Fue el introductor de muchos de estos autores entre los escritores franceses llegando a ser considerado introductor del Romanticismo en su país así como el padre de la moderna literatura fantástica francesa .
En 1827 realiza un viaje a barcelona donde escribiría Inés de las Sierras, sin embargo la mejor obra de Nodier traducida a nuestro idioma son sus “Cuentos visionarios” (Siruela), una magnífica selección de lo mejor de su producción breve.
Espíritu inquieto y atormentado -opiómano y epiléctico-, pese al inicial rechazo popular nunca dejó de interesarse por el cuento fantástico de acentos líricos, basado en la observación psicológica y escrito con un lenguaje prolijo pero siempre elegante, que pone de relieve su primordial empeño por la imbricación constante entre realidad y sueños.



Nodier era, además, una buena persona y prueba de ello es que a su muerte la mayoría de sus colegas escritores dejaron constancia del profundo pesar que les causó y de la tristeza que les supuso su desaparición. Algo que, viniendo de personajes tan endiosados, egocéntricos y quisquillosos como Victor Hugo, Gerard de Nerval, Teophile Gautier o Alexandre Dumas, no deja de ser el elemento más fantástico de toda la carrera de Charles Nodier.

El bibliófilo

AQUÍ YACE
BAJO SU ENCUADERNACIÓN EN MADERA,
UN EJEMPLAR IN-FOLIO
DE LA MEJOR EDICIÓN
DEL HOMBRE,
ESCRITO EN LA PROSA DE LA EDAD DE ORO
QUE YA NO COMPRENDE NADIE.
HOY ES, TAN SOLO,
UN LIBRO VIEJO,
MARCHITO,
DEFECTUOSO,
INCOMPLETO,
CON LA PORTADA DESECHA,
PICADO DE POLILLA
Y MUY MANCHADO DE MOHO.
NO ES DABLE ESPERAR PARA ÉL
LOS HONORES TARDÍOS
E INÚTILES
DE LA REIMPRESIÓN.
C. Nodier

El bibliómano

Según Charles Nodier, del bibliófilo al bibliómano no hay más que una crisis. El bibliófilo sabe escoger los libros; el bibliómano los amontona. El bibliófilo reúne los libros con los libros, luego de haberlos sometido a todas las investigaciones de sus sentidos e inteligencia; el bibliómano los hacina sin mirarlos. El bibliófilo valora el libro, el bibliómano lo pesa o mide. La inocente y deliciosa fiebre del bibliófilo es, en el bibliómano, una enfermedad aguda llevada hasta el delirio. el bibliófilo posee libros, y el bibliómano es poseído por ellos.
En su libro de 1844, La medicina de las pasiones, el doctor Descuret refiere el caso de un notario parisino quien llegó a poseer entre 600 y 800 mil libros.

Antoine Marie Henry Boulard(1754-1825) fue un probo ciudadano francés que ejerció como notario dando fé pública de cualquiera de los actos jurídicos de su competencia y que profesó de alcalde del distrito X de París. Un hombre de una dimensión pública considerable que compaginaba con una agitada y rebosante vida secreta de depredador bibliófilo.

Los antiguos aficionados a la librería aseguran no tener memoria de haberle visto entrar en casa sin llevar debajo del brazo varios volúmenes, incluso se hizo diseñar un abrigo de bolsillos lo suficientemente espaciosos para dar cabida a su desmedido afán cinegético . Por lo demás, sus numerosas compras eran siempre pagadas al contado.

Mme. Boulard había aconsejado repetidas veces a su marido se pusiera a leer antes de seguir comprando; pero tal consejo, bueno cuando más para un bibliófilo, no era de manera alguna del agrado de nuestro bibliómano. Pronto quedaron llenos los estantes que cubrían todas las paredes de su domicilio, y hubo necesidad urgente de preparar sitio para las adquisiciones futuras.

A todo esto, M. Boulard se iba volviendo menos amable y más misterioso. con frecuencia no iba a almorzar a su casa, iba a cenar muy tarde, y un día sucedió que no fue a cenar ni a dormir. Fue la noche aquella durante la cual arregló tres carretadas de libros, cuya compra accidental no se había atrevido a confesar.

Da a su mujer palabra de honor de que empezará inmediatamente un catálogo, y no comprará en lo sucesivo ni un volumen sin expresa autorización de ella. Algunos meses después de tan animosa resolución, empezó a declinar su salud hasta caer en lo que ahora se diría una depresión profunda que lo tumbó en cama. Conscientes del mal que aquejaba al enfermo, su doctor y su mujer idearon instalar un mercado de libros bajo su ventana. Ella le permitió comprar los volúmenes que quisiera. Así recupero la salud, si bien semejantes permisos fue menester renovar con bastante frecuencia, Boulard vivió largos años.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Naipes

Se cree que los naipes existían ya en China antes del año 1.000 a.C. Éstos habrían derivado del juego del dominó, en sus orígenes de fichas de papel, y de las "cartas de monedas", otro juego del que se mantuvo la iconografía.
Hacia 1375, los naipes entran en Europa. Cada pueblo sustituye los palos y las figuras orientales por aquellas más cercanas a su tradición cultural. Aparecen los bastones, los bastos, cetros, corazones y cascabeles entre otros.
En el siglo XIII, los naipes llegaron hasta Oriente Medio. De esta época, se posee parte de una baraja de 52 naipes, coloreados a mano y divididos en 4 palos, oros, copas, espadas y palos de polo.
En 1440, los maestros naiperos italianos crean un nuevo juego llamado Tarocco. Añaden "El Loco" y 22 cartas especiales más. En Francia, se le denomina Tarot y a partir de 1780, se empieza a utilizar en adivinación. En 1470, los franceses incorporan los corazones, picas, tréboles y rombos a sus cartas. Como figuras, utilizan héroes de la literatura y de la historia: el Rey David, Héctor, Julio César, Carlo Magno…
Hasta la segunda mitad del siglo XVII, las cartas llevaban el reverso en blanco. A partir de ese momento, se comenzaron a imprimir los reversos con el fin de dificultar que los jugadores adivinasen las cartas de sus oponentes.

A partir de 1860, se sustituyen las figuras enteras por las reversibles. Más tarde, se incorporan los índices en todas sus variantes: dos, cuatro, gigante, únicamente numerales… Y en Estados Unidos, aparece la figura del joker.
La baraja española es única en el mundo debido a la ausencia de la reina y a la riqueza de sus diseños. Sus figuras son de inspiración medieval y sus palos representan a los estamentos más importantes de la época, comerciantes (oros), clero (copas), nobleza (espadas) y siervos (bastos).
En castellano, muchas expresiones derivan directamente del mundo de los naipes: "cantar las cuarenta", "barajar varias posibilidades", "tener un as en la manga" o "ser un as" entre otras.

Uno de cartas

He aquí una baraja española, pero sólo tiene los 4 ases, los 4 caballos, las 4 sotas y los 4 reyes. Están formando un cuadrado de 4x4. Tienes que colocarlos de manera que, en ninguna fila, ninguna columna y ninguna de las dos diagonales haya dos cartas del mismo palo o de la misma figura.

jueves, 19 de noviembre de 2009

El as de oros

Los antecedentes de la familia Fournier y su vinculación con la impresión y los naipes, se remonta al año 1712, en las postrimerías del largo reinado del rey francés Luis XIV, cuando nace en París: Pierre Simon Fournier, fundidor de caracteres tipográficos, muy famoso, que se dedicó al grabado, y a quien se debe el cambio histórico, de los antiguos caracteres de música cuadrados, por los actuales ovalados. Muere Pierre Simon a los cincuenta y seis años, dejando como descendientes dos hijos: Francisco y Carlos. El menor, Carlos, destaca como pintor y escritor, llegando a obtener fama en toda Francia. El mayor , Francisco, nacido en París en 1760, se traslada a la localidad francesa de Limoges, trabajando como impresor, pero la catastrófica situación financiera de Francia, en tiempos de Luis XVI y el ambiente de la revolución que se aproxima, le decide a trasladarse a España.
Llega Francisco Fournier a España en 1782 cuando reina Carlos III, afincándose en la ciudad de Burgos. Contrae matrimonio en 1785 con la burgalesa María del Reoyo. De esta unión nace en 1789 un hijo a quien ponen de nombre Lázaro, que muestra, desde pequeño, gran afición a las artes gráficas.Lázaro Fournier y del Reoyo, se casa en Burgos con Paula González, instalándose, el nuevo matrimonio, en un molino ubicado en un canal del río Arlanzón, en las inmediaciones de la ciudad. Este molino era conocido con el nombre "del Dios" y "Molino del Morco". Más tarde, debido al nombre del nuevo propietario, recibió el nombre de "Molino de Lázaro", nombre que adquirió gran popularidad, porque allí iban a bañarse muchos burgaleses. Es en este lugar donde se instalará la primera fábrica de naipes.
Del matrimonio de Lázaro con Paula nacen cuatro varones: Braulio en 1839, Julián en 1842, Gervasio en 1843 y Heraclio en 1849. Es en esta generación y a partir del año 1860 cuando la fabricación de naipes adquiere un verdadero carácer industrial. Fundan una sociedad que denominan "Fournier Hermanos", en donde Braulio y Julián eran los estampadores y Heraclio y Gervasio los grabadores, este último era un grabador y litógrafo excepcional. Los cuatro hermanos perfeccionan sus conocimientos en París, donde adquieren las más modernas máquinas litográficas de la época.
Braulio y Heraclio continuan sus actividades litográficas con la fabricación de naipes en Burgos, dando verdadera fama a la marca "Fournier Hermanos", y consiguen ser nombrados "Litógrafos de la Casa Real", título otorgado por la reina Isabel II, que imprimen en el cuatro, del "palo" de copas, de los naipes.

Las circunstancias aconsejan la ampliación del negocio y se piensa en la ciudad de Vitoria, a donde en 1868 marcha el menor de los hermanos, Heraclio Fournier y González y funda una nueva fábrica en la capital alavesa, sólo tiene diecinueve años.
En 1875, Fournier apuesta por nuevos métodos de impresión y nuevos modelos gráficos. Dos años más tarde, Emilio Soubrier y el pintor vitoriano Díaz de Olano atienden el encargo de Heraclio y realizan las figuras de la baraja emblemática de la firma. Esta baraja, obtiene el primer premio en la Exposición Universal de París de 1889.
En 1889, Heraclio crea la baraja litográfica con 12 colores, con la peculiaridad de que en el As de Oros figura su propia efigie. Esta baraja obtiene premios en las exposiciones de París, Bruselas, Barcelona, Madrid, El Cairo... Posteriormente, Augusto Rius, reformará el modelo, adquiriendo así su forma definitiva, muy parecida a la de nuestros días.
En 1916, Heraclio Fournier muere en Vichy, pero la empresa continúa su expansión, dirigida ahora por su nieto Félix Alfaro, quien le sustituye al frente del negocio. Éste fue el responsable del gran desarrollo mundial de la firma y del conocimiento internacional de la baraja española.
Uno de los secretos cautivos de la empresa, guardado bajo siete llaves desde la epoca de Heraclio Fournier, alude a la elaboracion del barniz que garantiza el deslizamiento preciso de las cartas.
En el año 1986 la empresa de naipes USPCC (United States Playing Card Company) con sede en Cincinatti (Ohio), englobada en el gigante Jarden y que cotiza en Wall Street, adquirio el 86% de Fournier. La empresa hoy dia factura 18 millones de euros al año.
Cada 1,5 segundos se vende una baraja Fournier en el mundo. En el 95% de los hogares españoles hay una. Mas de 2.000 casinos del mundo las usan.

Castillos de naipes



Bryan Berg obtuvo su licenciatura en Arquitectura por la Universidad Estatal de Iowa en 1997, y sirvió en la facultad de diseño durante tres años. En 2004, Berg obtuvo su Master en Diseño de la Escuela de Posgrado de Diseño de Harvard.
Pero Berg se dedica al cardstacking, que es como se denomina profesionalmente a las contrucciones de «castillos» con naipes. No usa cinta, pegamento, o trucos, es la única persona a hacer una construcción de estructuras que viven con cartas independientes.
Berg rompió el récord mundial de Castillos de naipes más alto del Mundo en 1992 a la edad de 17 años, con una torre de 4,67 metros. Desde entonces, Berg, se ha encargado de romper su propio récord Guiness aproximadamente diez veces. Ya en 1999 lo revalidó con una torre con 131 pisos y 7,7 metros de altura, usando 91.800 cartas (lo cual son unas 1.800 barajas).
Su última hazaña ha sido construir una réplica a escala del Capitolio de Washington DC, empleando 22.000 naipes, en tres días.

jueves, 12 de noviembre de 2009

El premio

Motor de agua

Después de fallecer en el anonimato, Arturo Estévez Varela ha vuelto a adquirir el renombre que tuvo tres décadas atrás, a raíz de que su invento, el motor de agua, que tanto interés despertó en su momento, era actualmente objeto de investigación por la Universidad de Minnesota y el Instituto de Ciencia Weizmann, en Israel, según la revista NewScientist.
Su creador, nacido en Valle de la Serena en 1914, alcanzó notoriedad dado que el motor se ponía en marcha en cuantas exhibiciones realizó para demostrar la viabilidad de su invento.
Su lista de patentes comenzó en 1931 y se alargaría hasta casi el centenar en el transcurso de los años. En los certámenes internacionales que se organizan para dar a conocer los inventos Arturo Estevez llegó a conseguir dos medallas de plata. Una por un 'purificador de gases contaminantes' y otra por su 'Sistema para recuperación de helicópteros en caso de avería' por el que, al parecer, se interesó la NASA.
El invento estrella de este extremeño quedó en punto muerto por orden de Franco tras recibir un informe desfavorable de la Escuela de Ingenieros, orden que cerró con una frase lapidaria "Ya se ha hecho bastante el ridiculo". Dicho dictamen por parte de los ingenieros es comparable al de Simon Newcomb cuando dijo ante una corte de entusiastas cientificos y sabios "Ningun objeto más pesado que el aire puede volar" y emborrono un monton de papeles con complicadas formulas que lo demostraban, sólo que 6 meses despues, los hermanos Wright, demostraron que para volar no se debia de saber muchas matematicas.
Las implacables leyes de la mecánica y la termodinámica a las que recurrieron los ingenieros desmontaron las teorías de Estévez Varela, aunque para éste no debían ser desconocidas puesto que tenía el título de perito industrial.
En realidad, como insistía en precisar, no se trataba de un motor de agua, sino de un generador de hidrógeno a partir del agua que se suministraba junto con un reactivo cuya composición Estevez nunca reveló.
Otra teoría entre las muchas que circularon sobre el tema era que la patente del motor de agua le fue comprada al inventor y arrinconada ante la amenaza que suponía para un sistema basado en el 'oro negro' que mueve dinero a raudales y que con ello se resarciría de los 9 millones de pesetas que confesó llevar gastados en su invento.
Lo que sí se puede comprobar es que en la Oficina de Patentes y Marcas del Ministerio de Industria no existe referencia alguna al 'motor de agua' de Arturo Estévez.
Parece ser que con 45 litros de agua y “boro” como reactivo, se liberan 5 kg de Hidrógeno. El boro, el sodio o el calcio son elementos que en contacto con el agua son muy reactivos y permiten separar el oxígeno del hidrógeno que intervienen en la composición molecular del agua.



lunes, 9 de noviembre de 2009

El genio caido

José de Letamendi y Manjarres (Barcelona, 1828-Madrid, 1897) Médico español. Tuvo una destacada actuación durante la epidemia de cólera de 1854, en Barcelona. Catedrático de anatomía en la Universidad de esta ciudad, en 1878 se trasladó a Madrid, donde fue titular de la cátedra de patología general. Desarrolló tan amplia actividad humanística que en su época fue considerado un genio. Actuó como antropólogo, filósofo, pedagogo, pintor y violinista aficionado; escribió varios libros y más de mil artículos –sobre epistemología, filosofía, literatura, economía y música–, e incluso fue autor de composiciones musicales. Entre sus obras científicas destacan su Patología general (1883-1889) y su Clínica general (1894). De Letamendi hay que destacar su carácter enciclopédico.
En 1883 presidió el tribunal opositor que otorgó la cátedra de Anatomía de Valencia a Ramón y Cajal, iniciándose una estrecha relación entre ambos. No sucedería lo mismo en su cátedra de Patología general de Madrid donde tuvo como alumno a Pío Baroja, a quien suspendió tres veces, ¡hasta tres veces fue suspendido Baroja en Patología! la última si bien no fue culpa de Letamendi sí de un “letamendiano convicto por haber sido durante varios años auxiliar del gran farsante”. SEsstamos hablando del profesor de patología que cometió la tremenda imprudencia de suspender al joven Pío en su tercer año de universidad. El suspenso obligó a toda la familia Baroja a trasladar su residencia a Valencia, pero la afrenta infringida por el catedrático Letamendi no quedó impune.
El hecho de la incompatibilidad del escritor con el médico-filósofo se ve reflejado en su novela El árbol de la ciencia. En esta humillación parece hallarse el origen de la demolición de Letamendi, del desprestigio de este médico encumbrado en su tiempo y de su definitivo olvido. Era en el Madrid de entonces, un genio indiscutible, así lo decretaron Menéndez Pelayo y Galdós; y, sin embargo, hoy, pese a las vindicaciones de Marañón, Laín Entralgo, Palafox y Del Castillo-Nicolau, la posteridad le ha abandonado.

Aforismos del Dr. Letamendi:
  • Para ser un buen médico son imprescindibles dos requisitos: capacidad de observación y no tener asco de nada.
  • El médico que sabe sólo de medicina, ni medicina sabe.

Consejos para una vida sana

Vida honesta y ordenada,
usar de pocos remedios
y poner todos los medios
de no apurarse por nada.
La comida moderada,
ejercicio y diversión,
no tener nunca aprensión,
salir al campo algún rato;
poco encierro, mucho trato
y continua ocupación.

José de Letamendi

domingo, 8 de noviembre de 2009

Unidad en la Fe

La Fe Bahá'í es la más joven de las religiones independientes del mundo.
El 23 de mayo de 1844, en Shiraz, Persia, un comerciante de 24 años conocido como el Báb anunció la inminente aparición del Mensajero de Dios que esperaban todos los pueblos del mundo. El título Báb significa "la puerta." Aun siendo portador de una revelación independiente de Dios, el Báb declaró que su propósito era preparar a la humanidad para este advenimiento.
Este mensajero fue Mírzá Husséin Alí(1817-1892) más conocido como Bahá'u'lláh (Gloria de Dios) que es considerado por los bahá'ís como el más reciente en la cadena de Mensajeros de Dios que se extiende mucho más allá de lo que recuerda la historia y que incluye a Abraham, Moisés, Buda, Zoroastro, Cristo y Mahoma.

Abbás Effendi, hijo mayor de Bahá'u'lláh, tomó como título `Abdu'l-Bahá, el "Siervo de Bahá". Bahá'u'lláh le nombró el único intérprete autorizado de las enseñanzas bahá'ís y la Cabeza de la Fe tras su propio fallecimiento. En `Abdu'l-Bahá se ve un ejemplo perfecto del modo de vida bahá'í.

El modo de vida que procuran cultivar los bahá'ís es aquél que estimule el desarrollo personal. La oración y meditación diaria liberan al alma de las pautas condicionadas y lo abren a nuevas posibilidades. Participando en proyectos con personas de diversas procedencias derriba prejuicios tradicionales. Se evita el uso del alcohol o de drogas narcóticas, excepto cuando esten prescritas por razones médicas, porque estas sustancias acaban aniquilando la mente. Lo mismo ocurre con el hábito de la murmuración, que debilita la confianza entre la gente y arruina el clima de unidad del que depende el progreso humano.
Entre los principios que promueve la Fe Bahá'í como vitales para alcanzar esta meta figuran:
· El abandono de todas las formas de prejuicio.
· Asegurar a las mujeres plena igualdad de oportunidades con los hombres.
· El reconocimiento de la unidad y relatividad de la verdad religiosa.
· La eliminación de los extremos de pobreza y riqueza.
· Conseguir la educación de todos.
· La responsabilidad de cada persona de buscar la verdad independientemente.
· El establecimiento de una federación mundial.
· Reconocer que la verdadera religión está en armonía con la razón y la búsqueda del conocimiento científico.



Los templos bahá'ís están abiertos a todos. Aunque varían mucho entre sí en estilo arquitectónico, todos tienen nueve lados y una cúpula central que simbolizan al mismo tiempo la diversidad de la raza humana y su unidad esencial.

Templo del Loto

El Templo bahá’í de la India, también conocido como el Templo del Loto, es uno de los 7 Templos Madre bahá’ís a nivel continental. A falta de la construcción del Templo de Chile, que cubrirá el subcontinente sudamericano, hay ya un Templo bahá’í en cada uno de los continentes del mundo. El templo de la India, perteneciente al asiático.
La construcción finalizó en 1986, y su arquitecto fué el persa Fariborz Sahba. Inspirado en la flor del loto, su diseño tiene 27 “pétalos” de mármol, formando nueve lados con nueve entradas. En su interior hay una capacidad de algo más de 2.500 personas, y mide 40 metros de altura.

Desde su apertura al público en 1986, ha recibido más de 50.000.000 de visitantes, convirtiendose así en uno de los edificios más visitados del mundo, más aún incluso, que la Torre Eiffel.

Templo de la luz

En la cima de un cerro, a 950 m de altura sobre el nivel del mar, se levantará esta construcción, un templo de carácter ecuménico, abierto a todos los credos, una superficie construida de 1.250 m2, con una capacidad para 600 personas con unas características arquitectónicas singulares, tanto por su diseño, en forma de flor, como por su estructura de nueve alas, que constituyen un gran espacio interior, destinado a la oración.
El templo de la Luz estará formado por nueve hojas de alabastro por la cara interior y cristal fundido por la exterior, con un entramado de acero en cada una que hará de soporte para los 30 metros que mide cada una de estas piezas. La disposición de las hojas forma el domo que cubre el espacio único, libre de lÌneas rectas para otorgar un concepto de movimiento interior.
Una idea inspirada en la naturaleza y materializada por la oficina canadiense Hariri Pontarini Architects, su arquitecto, Siamak Hariri, lo diseñó con alabastro translúcido en forma de follaje para que pueda recibir toda la luminosidad exterior y para que pueda reflejarla hacia el exterior. El templo se ubicará en un predio de 110 hectáreas, en la localidad de “Casas de Chacabuco”, al norte de Colina, en el sector de “Tahuiltaca”, Chile.
En respuesta a los cambios de temperatura diaria del orden de 17°C, la envoltura del edificio está sujeta a condensación continua.Como alternativa al lavado diario de la fachada, se ha optado por incrementar la temperatura de la superficie de la envoltura exterior, para que sea mayor que la del momento de rocío. También se ha considerado una reserva térmica que retenga suficiente calor para elevar la temperatura de la cubierta del edificio al nivel requerido. La temperatura de la reserva se mantiene con el desecho de calor interno del edificio.En el interior no cuenta ni con imágenes ni simbolismos, sólo con escaños para el recogimiento. La idea es que refleje todos los credos y ninguno se sienta ni representado ni excluido, como no podía ser de otra manera, tratándose de un templo encargado por la Fe Bahá´í.
El entorno también es fundamental, por lo que se realizará todo un proyecto de paisajismo encargado a Juan Grimm, donde se contempla la reforestación del lugar, para que la construcción no sea un elemento invasivo sino relacionado con las características campestres tan particulares del lugar.

jueves, 5 de noviembre de 2009

El coleccionista

José Lázaro Galdiano (Beire, Navarra, 1862 - Madrid, 1947) fue financiero, editor, gran bibliófilo, coleccionista de arte y miembro del patronato del Museo del Prado. Viajero infatigable, reunió una biblioteca de más de 20.000 volúmenes y una colección de más de 12.000 piezas de arte, entre las que destacan 750 pinturas, la mayor parte de autoría española, que abarcan del gótico al romanticismo.
Tras cursar la carrera de leyes en Valladolid y Barcelona y ejercer el periodismo en esta última ciudad, en 1888 se estableció en Madrid. Su espíritu inquieto y emprendedor, su pasión por la literatura y su afán de abrir España a Europa le llevan a crear, en 1889, una editorial y una revista con el mismo y significativo nombre, La España Moderna. La España Moderna fue una editorial única en su tiempo, por considerarse como una de las mayores iniciativas culturales de su época y como una tarea de mecenazgo ante el depauperado mundo intelectual y cultural del momento. Lázaro dedicó a este esfuerzo su tiempo y su dinero, pues se trataba de una iniciativa realmente vivida, sentida y dirigida por él.
Lázaro conoció a doña Emilia Pardo Bazán que en aquellas fechas mantenía una relación con Pérez Galdós, pero el encuentro con Lázaro dio lugar a un fugaz episodio amoroso, que llegó a ser de dominio público; don Benito se enteró de aquella infidelidad y más tarde doña Emilia confesará su falta -un error momentáneo de los sentidos- y pedirá perdón. El romance se transformó en una sólida y provechosa amistad para ambos, especialmente para Lázaro, porque doña Emilia fue una eficaz colaboradora en la empresa que se propuso Lázaro, incluso dedicándole una de sus novelas La insolación, obra que fue calificada por Clarín de "boutade pseudoerótica" de la ilustre dama. Así, pronto surgirían las diferencias entre Clarín y Lázaro, que siempre mantuvo una postura firme en contra de quienes insultaban a sus amigos y colaboradores.
La tres veces viuda y millonaria argentina con la que se casó Lázaro Galdiano en 1903 no había tenido demasiada tranquilidad para gozar de las cosas de este mundo. Con sólo 17 años, se casó con el español Francisco Ibarra Otaola, un rico residente en aquel país. De ellos nació el único hijo que le sobreviviría. Tras enviudar, volvió a casarse con el periodista gallego Manuel Vázquez Barros de Castro también residente en Argentina, que le dio una hija. El matrimonio fue muy breve porque tres años después, viuda de nuevo, volvió a casarse con el porteño Pedro Gache que también le dio un hijo. Nuevamente viuda, con 47 años, Paula Florido y Toledo (1856-1932) conoció a Lázaro Galdiano, además de un amante esposo, un hombre muy culto, apuesto y dotado de uan extraordinaria capacidad e inteligencia para las finanzas.
Se imponía una residencia a tono con el poder adquisitivo de la pareja y mandaron construir una casa-palacio con jardín. El proyecto fue encargado a José Urioste en 1903 y fue reformado por los arquitectos Joaquín Kramer y Francisco Borrás, siguiendo precisas indicaciones de Don José Lázaro. Así, de acuerdo con la moda preponderante, Lázaro elige el estilo neorrenacentista para la construcción del edificio e incorpora al mismo elementos clasicistas tomados de Ventura Rodríguez. Parque Florido, que así se denominaría la residencia en honor de su propietaria, sirvió de escenario para las tertulias literarias y artísticas de un significativo grupo de españoles de principios de siglo. Actualmente es la sede del Museo Lázaro Galiano donde se conserva toda su colección.
Desde el principio de su matrimonio, José Lázaro Galdiano sorprendía cada año a su esposa con dos abanicos: uno el día de su cumpleaños, el 15 de enero, y otra el día de su santo, el 29 de junio. Así hasta 87 abanicos que se conservan.
Pero un día los salones se cerraron y los abanicos se plegaron para siempre. Ocurrió durante los años difíciles de la pareja, tras el fallecimiento de los dos hijos menores de Paula, en 1916 y 1919. Dese entonces el luto se instaló en la casa y cuando Paula murió en el otoño de 1932, a Lázaro le resultó insoportable aquel palacio que dejo de ser su residencia habitual.
Legó su colección al Estado español y en 1951 se creó la Fundación Lázaro Galdiano para la conservación de su patrimonio. En ella se estableció desde 1954 la redacción de Goya. “Revista de Arte”, publicación viva y de referencia internacional en Historia del Arte.