jueves, 5 de noviembre de 2009

El coleccionista

José Lázaro Galdiano (Beire, Navarra, 1862 - Madrid, 1947) fue financiero, editor, gran bibliófilo, coleccionista de arte y miembro del patronato del Museo del Prado. Viajero infatigable, reunió una biblioteca de más de 20.000 volúmenes y una colección de más de 12.000 piezas de arte, entre las que destacan 750 pinturas, la mayor parte de autoría española, que abarcan del gótico al romanticismo.
Tras cursar la carrera de leyes en Valladolid y Barcelona y ejercer el periodismo en esta última ciudad, en 1888 se estableció en Madrid. Su espíritu inquieto y emprendedor, su pasión por la literatura y su afán de abrir España a Europa le llevan a crear, en 1889, una editorial y una revista con el mismo y significativo nombre, La España Moderna. La España Moderna fue una editorial única en su tiempo, por considerarse como una de las mayores iniciativas culturales de su época y como una tarea de mecenazgo ante el depauperado mundo intelectual y cultural del momento. Lázaro dedicó a este esfuerzo su tiempo y su dinero, pues se trataba de una iniciativa realmente vivida, sentida y dirigida por él.
Lázaro conoció a doña Emilia Pardo Bazán que en aquellas fechas mantenía una relación con Pérez Galdós, pero el encuentro con Lázaro dio lugar a un fugaz episodio amoroso, que llegó a ser de dominio público; don Benito se enteró de aquella infidelidad y más tarde doña Emilia confesará su falta -un error momentáneo de los sentidos- y pedirá perdón. El romance se transformó en una sólida y provechosa amistad para ambos, especialmente para Lázaro, porque doña Emilia fue una eficaz colaboradora en la empresa que se propuso Lázaro, incluso dedicándole una de sus novelas La insolación, obra que fue calificada por Clarín de "boutade pseudoerótica" de la ilustre dama. Así, pronto surgirían las diferencias entre Clarín y Lázaro, que siempre mantuvo una postura firme en contra de quienes insultaban a sus amigos y colaboradores.
La tres veces viuda y millonaria argentina con la que se casó Lázaro Galdiano en 1903 no había tenido demasiada tranquilidad para gozar de las cosas de este mundo. Con sólo 17 años, se casó con el español Francisco Ibarra Otaola, un rico residente en aquel país. De ellos nació el único hijo que le sobreviviría. Tras enviudar, volvió a casarse con el periodista gallego Manuel Vázquez Barros de Castro también residente en Argentina, que le dio una hija. El matrimonio fue muy breve porque tres años después, viuda de nuevo, volvió a casarse con el porteño Pedro Gache que también le dio un hijo. Nuevamente viuda, con 47 años, Paula Florido y Toledo (1856-1932) conoció a Lázaro Galdiano, además de un amante esposo, un hombre muy culto, apuesto y dotado de uan extraordinaria capacidad e inteligencia para las finanzas.
Se imponía una residencia a tono con el poder adquisitivo de la pareja y mandaron construir una casa-palacio con jardín. El proyecto fue encargado a José Urioste en 1903 y fue reformado por los arquitectos Joaquín Kramer y Francisco Borrás, siguiendo precisas indicaciones de Don José Lázaro. Así, de acuerdo con la moda preponderante, Lázaro elige el estilo neorrenacentista para la construcción del edificio e incorpora al mismo elementos clasicistas tomados de Ventura Rodríguez. Parque Florido, que así se denominaría la residencia en honor de su propietaria, sirvió de escenario para las tertulias literarias y artísticas de un significativo grupo de españoles de principios de siglo. Actualmente es la sede del Museo Lázaro Galiano donde se conserva toda su colección.
Desde el principio de su matrimonio, José Lázaro Galdiano sorprendía cada año a su esposa con dos abanicos: uno el día de su cumpleaños, el 15 de enero, y otra el día de su santo, el 29 de junio. Así hasta 87 abanicos que se conservan.
Pero un día los salones se cerraron y los abanicos se plegaron para siempre. Ocurrió durante los años difíciles de la pareja, tras el fallecimiento de los dos hijos menores de Paula, en 1916 y 1919. Dese entonces el luto se instaló en la casa y cuando Paula murió en el otoño de 1932, a Lázaro le resultó insoportable aquel palacio que dejo de ser su residencia habitual.
Legó su colección al Estado español y en 1951 se creó la Fundación Lázaro Galdiano para la conservación de su patrimonio. En ella se estableció desde 1954 la redacción de Goya. “Revista de Arte”, publicación viva y de referencia internacional en Historia del Arte.

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