miércoles, 21 de mayo de 2008

El Asterix hispano

 "Irritóse tanto [Augusto] al principio 
contra un tal Corocotta, 
bandolero español muy poderoso, 
que hizo pregonar una recompensa 
de doscientos mil sestercios 
a quien lo apresase; pero más tarde, 
como se le presentó espontáneamente, 
no sólo no le hizo ningún daño, 
sino que encima le regaló aquella suma."
 Dión Casio  

El texto  del historiador romano Dión Casio  (Historia Romana LIII, 43, 3) es el único en el que se menciona por primera y única vez a este hombre, de nombre Corocotta, el último de entre todos los hispanos que se enfrentó a Roma. 
Desconocemos prácticamente todo sobre él, empezando por si su verdadero nombre era ese. Parece ser que se trataría más bien de un apodo hecho de la unión de dos palabras celtas (Coro- Jefe y cotta-veterano) Su origen parece más claro, cántabro era casi seguro.  
Al repasar lo escrito por Dión Casio encontramos la palabra bandolero. En parte no le faltó razón, El pueblo cántabro era gente de tradiciones celtas, con una estructura social basada en la guerra, mediante la cual obtenían el botín con el que superar los duros inviernos de los Picos de Europa y, como afirma Silio Itálico, “para él [el cántabro] es imposible vivir sin la guerra, pues toda la razón de su vida la pone en las armas, considerando un castigo vivir para la paz”. No obstante, es preciso señalar que la misma expresión de bandolero fue siempre usada por los historiadores y cronistas romanos para calificar a cuantos se oponían a sus conquistas.

Cual si de William Wallace (Braveheart) se tratara, Corocotta se erige como el único nombre propio del bando perdedor. El que se le cite supone que debió causar graves problemas a Augusto, quien tal vez creyó que la conquista sería un paseo militar. No sólo empleó siete legiones y varios cuerpos de tropas auxiliares (en total más de 70.000 soldados), sino que utilizó toda clase de maquinaria de asedio y combate, y cuando por fin se convenció de que todos aquellos medios no iban a ser suficientes para vencer a aquella indómita gente, ordenó el desembarco de la flota de Aquitania en varios puntos de la costa, lo que quebró definitivamente las defensas cántabras. Lo que es indudable es que Roma dio el do de pecho en ese conflicto. Augusto, quien se había nombrado emperador tras su victoria sobre Marco Antonio (convirtiéndose en el primer emperador de la historia de Roma), no podía permitirse una derrota.

La importancia de las guerras cántabras y la figura de Corocotta por extensión, adquieren aún más relevancia cuando se aprecia el siguiente dato. Aun en el caso de que Astérix y compañía hubieran existido, lo irrebatible es que Julio César tardó sólo siete años en conquistar y someter la Galia, Bélgica y el sur de Britania. En cambio, Roma tardó casi 200 años en conquistar toda Hispania. “La primera provincia en ser hollada, la última en ser conquistada”, que dijo el clásico latino refiriéndose a Hispania. 

Guerrero, mercenario, soldurio, tal vez régulo… ¡Quién puede asegurarlo! Lo que es innegable es que su nombre ha perdurado más de 2.000 años, que fue un hombre que consiguió vencer en numerosas ocasiones a un enemigo muy superior y que, como colofón de su apasionante vida, tuvo la osadía o la desfachatez, de presentarse él mismo a cobrar la recompensa que por él daba el ser más poderoso del mundo. Debió ser alguien muy especial. Alguien que se ganó el derecho a que contaran su historia. 

Y de eso se encargó Javier Lorenzo con su novela histórica El último soldurioen la que se mezclan el dolor de la cruel batalla con las lecturas de Homero, la fidelidad a la tierra con las enseñanzas militares del mejor ejército de todos los tiempos y el ardor de un guerrero con el sentimiento del primer amor.

1 comentario:

vidiya dijo...

Dibujo realizado por Raúl Arias.