martes, 18 de septiembre de 2007

Saga virtuosa

La familia García Sitjes es sin duda la más ilustre de todas las que España ha dedicado al mundo de la ópera. El padre, Manuel García (1775-1832), fue uno de los tenores más famosos de Europa; la madre, Joaquina Sitjes (1780-1864), una cantante acreditadísima; el hijo mayor, Manuel (1805-1906), barítono excelso, el mejor maestro de canto del mundo y padre del laringoscopio; la hija pequeña, Paulina (1821-1910), conocida como La Viardot, al adoptar el apellido de su marido, el director de teatro Luis Viardot (1800-1883), fue no sólo soprano del máximo prestigio sino una de las mujeres más relevantes de la cultura europea en el siglo XIX. Se retiró de los escenarios en 1860, en pleno esplendor de su carrera y se estableció en su casa de París dedicándose a la composición (dejándonos varias operetas, mazurcas y canciones líricas) convirtiéndose con el tiempo en la amante y la musa del escritor Iván Turgueniev (1818-1883); pero a todos superó el genio, la gracia y la novela vital, tumultuosa y breve, de la hija segunda, María Felicia (1808-1836), conocida por el nombre artístico de La Malibrán, al adoptar el apellido de su marido. Fue la primera víctima de la prensa rosa. Era versátil, culta, comprometida políticamente. Hablaba cinco idomas, cantaba, tocaba el piano, dibujaba, componía, hacia punto, montaba a caballo…
En 1835 consiguió el divorció de su marido gracias al Marques de Lafayette quien se dice estaba perdidamente enamorado de la cantante y se casó con el violinista y compositor belga, fundador de la escuela de Bruselas, Charles de Beriot (1802-1870) con el que ya había tenido un hijo.
Las características de la voz de la mezzo eran resaltadas por todos sus contemporáneos, especialmente por Rossini, quien la llegó a calificar de “única”. Además de cantante también es notable su faceta de compositora, nos ha dejado una amplia serie de nocturnos, romanzas y canciones.
El 14 de septiembre actúa en Manchester y en las repeticiones, tras una portentosa actuación, cae fulminada en el escenario. Sobrevivió sólo nueve días a una caída accidental de un caballo. Al morir, tenía 28 años y era la cantante más famosa del mundo. Artistas de la talla de Rossini, Donizetti, Bellini, Chopin, Mendelssohn y Liszt se contaban entre sus admiradores.

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