Político y militar ateniense, promotor del enfrentamiento con Esparta, el general ateniense
Alcibíades (450-404 aC) , nieto de Pericles, se había comprado un perro y un día le cortó el rabo. La gente condenó este proceder y empezó a criticar al general. Los amigos de Alcibíades le reprocharon su acción, diciéndole que no tenía necesidad de ponerse en boca de la gente por una razón tan poco importante. El general contestó riendo:
—Eso es lo que yo me proponía. Mientras los atenienses se entretengan con el rabo del perro, me dejarán en paz y no harán averiguaciones sobre otras acciones mías.
La expresión ‘el rabo del perro de Alcibíades’ quedó como frase proverbial para designar las cosas que hacen o dicen los personajes públicos para distraer la atención y evitar que se hable de cosas más comprometedoras para ellos.
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