Cuidemos nuestros pies: ellos son algo más que animales amaestrados: revelan nuestra casta; entre otras cosas; por eso las chinas esconden sus pies al hacer el amor y yo me ahogo en un mar de baba al contemplar tu pie, nadando en la pecera de charol.
Los pies de Ulises calzaron, durante diez años, sandalias de otro, equivocadamente. Los de Aldoux Huxley cruzaron las puertas de la percepción y karl Marx cubría su pies con calcetines tejidos por las masas. ¡Ah! Pero son también las armas secretas de las diosas: Marilyn, para hechizar manojos de falos, calzaba zapatillas de labios abiertos, exhibiendo las sonrientes uñas. Y habrá que recordar a Cenicienta: sus pies la rescataron de bosques grises.Por otro lado, si usted los lleva de paseo al pasado, vístalos con borceguíes y polainas, si los lleva al paraiso, consiga coturnos; si va al infierno, botas de bombero.
Pero señor, señora o señorita, trate con amor a sus pies: son de piel legítima. Acarícielos, Mercurio se lo agradecera.
Héctor Carreto
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