El pino de bristlecone (Pinus longaeva) fue identificado por primera vez como un árbol extremadamente longevo, por el doctor Edmund Schulman, quien realizó una serie de exploraciones por las Montañas Blancas (White Mountains) de California en 1954. Los pinos más ancianos crecían a unas elevaciones superiores a los 3.000 metros, en áreas rocosas y áridas de la Gran Cuenca (Great Basin) que cubre el estado de Nevada y partes del de Utah y California (por este área montañosa de 500.000 kilómetros cuadrados no fluye ningún río o riachuelo). Estos árboles viven al límite de la línea de vegetación arbórea, y a menudo parecen estar muertos, con apenas una parte del tronco cubierta por corteza y hojas. Esta estrategia de crecimiento es una respuesta a los daños infligidos por el clima y los rayos, y les permite sobrevivir con recursos muy limitados.
Este árbol se llama Matusalén, es el árbol más viejo del mundo con 4.768 años, ese es el nombre que le puso Shulman cuando lo descubrió en 1957; más tarde publicarían en 1958 (fecha de la muerte de Shulman), sus estudios sobre este ejemplar en el National Geographic. Se ha descubierto que a este árbol puede morírsele una parte de su estructura miles de años antes de que lo haga otra de sus partes. Además estos pinos tienen una madera dura y resinosa lo que les hace muy resistentes a plagas y enfermedades.Una de las razones por la que los pinos más ancianos son los que viven en los climas más duros es que pocos enemigos naturales son capaces de aguantar las duras condiciones en las que se encuentran estos árboles.
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