miércoles, 15 de agosto de 2007

El gran alquimista


Nicolás Flamel (Pontoise, ca. 1330 – París, ca. 1413) fue un escriba francés; aunque sin duda un personaje histórico, su vida real está extraordinariamente exagerada en las leyendas, que lo reputan como alquimista de suficiente habilidad para ejecutar las dos obras más complejas del arte alquímico: la transmutación de los metales en oro gracias a la elaboración de la piedra filosofal, y la inmortalidad.

Flamel se hizo alrededor de 1355 con un grimorio alquímico —diferentes versiones aseguran que lo recibió de un desconocido, que lo compró casi al azar o que le fue entregado por un ángel en sueños— que excedía con creces sus conocimientos, y empleó 21 años en intentar descifrarlo. Fue el Maestro Canches, quien identificó la obra como el Aesch Mezareph de Rabí Abraham, y enseñó a Flamel el lenguaje y simbolismo de su interpretación.


Habiendo dominado los secretos del texto, Flamel regresó a París, donde en 1383 logró por primera vez transmutar el mercurio, el cobre y luego el plomo en oro. Gracias a la riqueza que acumuló de este modo, se convirtió en un filántropo, haciendo grandes donaciones a hospitales e iglesias. En 1407 se hizo construir una casa, aún en pie, en el actual 51, rue de Montmorency. Se asegura que durante esos años elaboró también una tintura, gracias a la cual él y su mujer, Perenelle, obtuvieron la inmortalidad.


El rey Carlos VI de Francia le contrató para suministrar oro a la reserva monetaria del reino, algo que no sólo no puso nervioso al gran Flamel, sino que aceptó encantado.

El libro de las figuras jeroglíficas de Nicolás Flamel

Un viajero del siglo XVII, llamado Paúl Lucas, informa sobre un viaje al Asia Menor, de cuya crónica extraemos el siguiente pasaje: “En Burnus-Bachi sostuve una conversación con el ‘devis’ de los uzbecos sobre una filosofía hermética. Este levantino me dijo que los verdaderos filósofos poseían el secreto para prolongar mil años su existencia y preservarse de todas las enfermedades. Por último, yo le hablé del ilustre Flamel y le hice observar que el hombre había muerto a despecho de la piedra filosofal. Apenas cité este nombre, se echó a reír de mi simplicidad. Como quiera que yo le había dado crédito a cuanto había dicho, me asombró extraordinariamente su actitud dubitativa ante mis palabras. Al advertir mi sorpresa me preguntó con el mismo tono, si era tan ingenuo como para creer que Flamel hubiese muerto. Y agregó:
“— No, no. Usted se equivoca. Flamel vive todavía; ni él ni su mujer saben aún lo que es la muerte. Hace tres años escasos los dejé a ambos en la India; es uno de mis mejores amigos.”

La publicación de este libro emocionó a muchos curiosos. Todo esto llevó a que buscaran los féretros de Nicolás Flamel y su esposa y los desenterraran. Cuando lo hicieron, encontraron los féretros estaban vacíos.

Hay otros testigos y relatos, muy numerosos, que dan fe de la supervivencia de Flamel. Es bien curioso que todos ellos concuerden en un punto: el filósofo y su esposa se retiraron a la India cuando él se reunió con Perrenelle en Suiza, adonde ella le había precedido tras su “muerte”, para hacer los preparativos del gran viaje.

1 comentario:

vidiya dijo...

EL LIBRO DE LAS FIGURAS JEROGLÍFICAS
Nicolás Flamel
LIBRO DE NICOLAS FLAMEL
QUE CONTIENE LA EXPLICACION DE LAS FIGURAS JEROGLIFICAS
QUE HA MANDADO COLOCAR EN EL CEMENTERIO DE LOS SANTOS INOCENTES DE PARÍS