jueves, 19 de julio de 2007

Romance de los cinco maravedís


En esa ciudad de Burgos
en Cortes se habían juntado
el rey que venció las Navas
con todos los hijosdalgo.
Habló con don Diego el rey,
con él se había aconsejado,
que era señor de Vizcaya,
de todos el más privado:
-Consejédesme, don Diego,
que estoy muy necesitado,
que con las guerras que he hecho
gran dinero me ha faltado;
quería llegarme a Cuenca,
no tengo lo necesario;
si os pareciese, don Diego,
por mí será demandado
que cinco maravedís
me peche cada hijodalgo.
-Grave cosa me parece,
le respondiera el de Haro,
que querades vos, señor,
al libre hacer tributario;
mas por lo mucho que os quiero
de mí seréis ayudado,
porque yo soy principal,
de mí os será pagado.
Siendo juntos en las Cortes,
el rey se lo había hablado;
Levantado está don Diego,
como ya estaba acordado:
-Justo es lo que pide el rey,
por nadie le sea negado,
mis cinco maravedís
helos aquí de buen grado.
Don Nuño, conde de Lara,
mucho mal se había enojado;
pospuesto todo temor,
de esta manera ha hablado:
-Aquellos donde venimos
nunca tal pecho han pagado,
nos, menos lo pagaremos,
ni al rey tal será dado;
el que quisiere pagarle
quede aquí como villano,
váyase luego tras mí
el que fuere hijodalgo.
Todos se salen tras él,
de tres mil, tres han quedado.
En el campo de la Glera
todos allí se han juntado,
el pecho que el rey demanda
en las lanzas lo han atado
y envíanle a decir
que el tributo está llegado,
que envíe sus cogedores,
que luego será pagado;
mas que si él va en persona
no será desacatado,
pero que enviase aquellos
de quien fuera aconsejado.
Cuando esto oyera el rey,
y que solo se ha quedado,
volvióse para don Diego,
consejo le ha demandado.
Don Diego, como sagaz,
este consejo le ha dado:
-Desterrédesme, señor,
como que yo lo he causado,
y así cobraréis la gracia
de los vuestros hijosdalgo.
Otorgó el rey el consejo:
a decir les ha enviado
que quien le dio tal consejo
será muy bien castigado,
que hidalgos de Castilla
no son para haber pechado.
Muy alegres fueron todos,
todo se hubo apaciaguado.
Desterraron a don Diego
por lo que no había pecado;
mas dende a pocos días
a Castilla fue tornado.
El bien de la lealtad
por ningún precio es comprado.

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