martes, 17 de julio de 2007

Llamémosle...

En menos de cuatro años el número de teléfonos móviles en el mundo ha pasado de los 400 millones a los 1.000 millones. Lo que parecía un lujo de película se ha convertido hoy en un bien de consumo. La duración media para cambiar de aparato es de menos de 2 años. Dicen que en España los móviles residuales alcanzaban los 2,8 millones de kg. Esta pequeña máquina primero para hablar y ahora para hablar y verse, precisa para su funcionamiento de un elemento crucial: el tántalo. Es un elemento metálico raro que en la naturaleza aparece como mineral de tantalita o junto con el niobio en la llamada columbita. Este matrimonio mineral también se le conoce por coltán.
El coltán, básico para fabricar condensadores electrónicos que almacenen la carga eléctrica, se ha convertido en un elemento estratégico que quintuplicó su precio entre febrero del año 2000 y enero del 2001 para alcanzar los 950 euros/kilo. Uno de los puntos claves de minería del coltán se ubica entre el Congo y Ruanda. Ambos países devastados por la violencia de guerras civiles sangrientas. El comercio del coltán está en manos de líderes rebeldes que han convertido la guerra y este mineral en su principal negocio. Empresas tecnológicas de la industria electrónica están implicadas en la compra de coltán manchado de sangre. Sangre que sólo en el Congo se ha cobrado más de 3,3 millones de víctimas desde el inicio del conflicto.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Esclavos, diamantes, armas, y ahora esto. ¡Viva el progreso tecnológico!.
Esto no te lo explica Javier Sardà en su programa de viajes.

vidiya dijo...

Hay tantos intereses creados que diría Jacinto Benavente...