Para disimular su notoria calvicie, la esposa de Carlos VI apodado el loco (sufría de esquizofrenia), Isabel de Baviera (1370-1435), se hacía un peinado que remataba en un larguísimo cono del que colgaban finísimas gasas. El peinado hizo furor entre las nobles damas del siglo XIV, de manera que el cono era más alto cuanto más aristócrata era la cabeza que lo llevaba.
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