Pirro (318-272 adC), fue rey de Epiro desde el 307 al 302 adC y después de unos años, del 279 al 272 adC. Fue uno de los mejores generales de su época, pese al fracaso de sus últimas batallas.
Durante su reinado aumentó el territorio de Epiro a costa de zonas de Macedonia y Tesalia. Cuando el rey de Macedonia Demetrio Poliorcetes se enzarzó en una guerra contra Lisímaco de Tracia se alió con este último y entre los dos derrotaron a Demetrio, que tuvo que huir y refugiarse con Seleuco, rey de Babilonia y Siria.
Pirro fue rey del Epiro en el siglo Iv a. J.C. y se hizo famoso por su valor y por el dominio de la táctica militar. Venció en casi todas las batallas en que participó pero siempre a costa de terribles bajas en su propio ejército. La expresión ‘victoria pírrica’ ha quedado para designar el logro de algún propósito con pérdidas morales o materiales que no compensan la victoria obtenida. En la batalla de Heraclea, Pirro empleó los elefantes contra los romanos pero lo mismo en aquella ocasión que en la batalla de Ausculum le supuso al general pérdidas tan grandes que pronunció su famosa frase:
—Otra victoria como ésta y estoy perdido.
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