Gustavo Adolfo y Valeriano tuvieron vidas paralelas. Huérfanos muy pronto, abandonaron su Sevilla natal por Madrid, donde el primero se dedicaría a la literatura y el segundo, a la pintura.
Permanecieron estrechamente unidos durante sus vidas; compartieron sus fracasos matrimoniales y formaron, con sus respectivos hijos, una peculiar familia. Viajaron juntos por Ávila, Veruela, País Vasco, Soria y Toledo y murieron con apenas tres meses de diferencia en el Madrid de 1870.
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