martes, 27 de marzo de 2007

La boda de Rubén Darío

Es el hermano de Rosario, un hombre sin ningún género de escrúpulos, Andrés Murillo; conoce el íntimo drama de su hermana, que la incapacita para ser esposa de ningún puntilloso caballero local. Además, el 'caso' de Rosario ha trascendido al público, y entonces Murillo concibe el plan de casar a Rubén con su hermana. Conoce el carácter timorato del poeta y la abulia a que queda reducido bajo la acción del alcohol. Traza el plan a su hermana y ésta lo acepta. Al atardecer de un malhadado día, Rubén está entregado inocente y honestamente a los requiebros amorosos con Rosario, en una casa situada frente al lago, barrio de Candelaria. De repente aparece el cuñado, que desenfunda un revólver y con insolentes palabras lo amenaza con ultimarlo si no se casa con su hermana. El poeta, desconcertado y sobrecogido de miedo, ofrece hacerlo. Y como todo está preparado, llega el cura a casa de Francisco Solórzano Lacayo, otro cuñado de Murillo: se ha hecho tragar güisqui a Rubén y en ese estado se procede al matrimonio religioso, único autorizado en Nicaragua, el 8 de marzo de 1893. El poeta no se da cuenta del sí que ha pronunciado. El embotamiento de sus sentidos es completo, y cuando, al amanecer, recobra la razón, está en el lecho conyugal con Rosario, bajo la misma manta. Ni protesta, ni se queja; pero se da cuenta de que ha sido víctima de una perfidia, y que aquel suceso va a pesar como un lastre de desgracia en su vida.

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