Radhanath Sikdar, matemático indio y topógrafo de Bengala fue el primero en identificar el pico como la montaña más alta de la Tierra en 1852. En 1865, el británico Andrew Waugh, topógrafo general británico de la India, le dio el primer nombre inglés a la montaña.Waugh escogió que el nombre de la montaña fuera el nombre de su predecesor George Everest.
No hay otro lugar en nuestro planeta capaz de despertar un poder de fascinación semejante al que provoca esta altura estratosférica. La lucha por su ascensión ha llenado miles de páginas de tragedias, heroicidades y misterios. Ni las conquistas de los polos suscitaron en su tiempo un interés semejante.
En la década de los años 20 del pasado siglo, los británicos enviaron tres expediciones para subir al monte, descubriéndose el acceso a través de remotas regiones tibetanas, pues Nepal siguió cerrado a los extranjeros. La última de ellas sucedió en 1924, cuando desaparecieron George Mallory y Sandy Irvine. La última vez que les vieron caminaban hacia la cumbre, por encima de los 8.600 metros. En 1999 apareció el cuerpo del primero, constatándose que perdió la vida en una caída. No se ha podido determinar si antes había alcanzado la cumbre junto a su compañero. Es el mayor misterio del Everest y muchos desean que jamás pueda desvelarse.
Siguieron sus pasos otras expediciones, en las que el clima impidió que siquiera llegasen tan alto, hasta los años 50, en los que la apertura de Nepal al mundo exterior hizo posible acced En 1952 le tocó el turno a dos expediciones suizas. En la primera, el guía Raymond Lambert y Tenzing alcanzaron los 8.600 metros. Luego llegó el momento de los británicos. Dispuestos a no dejar escapar otra vez el éxito, convirtieron su intento en un objetivo militar. Al frente de un ejército formado por 10 alpinistas, 34 “sherpas” y 350 porteadores, estaba el coronel John Hunt.
Fue la casualidad la que llevó al mismo equipo a dos hombres que formarían la cordada más famosa de la Historia. El primero, Hillary, el otro, Tenzing, un maduro sirdar, jefe de los “sherpas”. El día anterior, la pareja británica más preparada para la cima, Evans y Bourdillon, subieron hasta la cumbre Sur, 100 metros bajo la principal. La prudencia les hizo desistir de continuar. Esto produjo la paradoja de que, a pesar de perseguir la cima durante décadas, los primeros en subir no fueron británicos.
Se han trazado en la montaña más de 40 itinerarios, pero el 92% de los alpinistas asciende por las rutas normales, aquellas que son las más sencillas y la mayoría lo hacen enchufados a botellas de oxígeno, algo que devalúa de manera considerable sus escaladas. De los 1.660 ascensos registrados hasta la fecha, sólo han subido sin tal ayuda 86 hombres y cuatro mujeres. Siete de ellos son españoles, entre los que hay una mujer.
Hasta el final de la temporada de escalada de 2006, 2.062 personas han ascendido a la cima en un total de 3.050 ascensiones. De ellas alrededor de 80 son mujeres. 203 personas han muerto en el intento. Las condiciones de la montaña son tan difíciles que la gran mayoría de los cuerpos permanece en la montaña. Muchos de ellos son visibles desde las vías de ascenso habituales.
El número total de intentos en los últimos 50 años se eleva a alrededor de 10.000.
La mayoría de las expediciones utilizan máscaras de oxígeno y tanques por encima de los 8.000 metros. Esta zona se denomina la "zona de la muerte". El Everest puede ser escalado sin oxigeno suplementario pero ello aumenta el riesgo del escalador. Es difícil pensar con claridad sin oxigeno y la combinación de bajas temperaturas, condiciones atmosféricas difíciles y duras pendientes requiere, frecuentemente, tomar decisiones rápidas.
Según los cálculos de la Sagarmatha Environmental Found, en el collado Sur, a 8.000 metros de altura, hay más de 2.000 botellas de oxígeno abandonadas. Una expedición de limpieza japonesa retiró en 2000 cien toneladas de basura por encima de 6.800 metros, sólo a lo largo de la ruta de 1953. todo esto en uno de los lugares más inaccesibles y frágiles del planeta.
Los escaladores son una fuente importante de ingresos por turismo para el Nepal. Varían entre montañeros experimentados hasta novatos que confían en los guías contratados les llevaran hasta la cima. El Gobierno del Nepal obliga el pago de un permiso de escalada que cuesta un mínimo de 25.000 dólares por persona.
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Bibliografía recomendada:
Everest. 50 años de escaladas, misterios y tragedias, de Alfredo Merino. Editorial La Esfera de los Libros.
Para ver una imagen panorámica de 360º desde el Everest:
http://www.panoramas.dk/Fullscreen2/Full22.Html#Spanish
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