viernes, 18 de enero de 2008

Polvos reales

Los muchos de la viuda de Fernando VII, María Cristina, con Fernando Muñoz, con quien tuvo ocho hijos, hasta el embarazo psicológico de María Tudor, pasando por la insaciable sexualidad de Margarita de Habsburgo, son algunos de los grandes polvos de la historia, destacados por José Ignacio Arana, en su nuevo libro. Arana, médico y profesor de Pediatría de la Universidad Complutense de Madrid, es autor, aparte de más de 200 artículos de revistas, de varios libros; Relatos médicos, La salud de tu hijo, Diga treinta y tres, Respire hondo y la serie Historias curiosas (Medicina, iglesia y Arte).
Grandes polvos de la historia es un ensayo riguroso sobre la sexualidad a lo largo de la historia, aunque escrito "en tono desenfadado". De entre todas las pasiones amorosas, Arana destaca la que embargó a Fernando el Católico, ya viudo de Isabel, por Germana de Foix, a la que llevaba 36 años. Se casaron, tuvieron un hijo, Juan, que murió, y una vida sexual inusual entre la realeza. Para atender a los requerimientos de su esposa, Fernando el Católico se medicó con cantárida, un insecto que contiene una sustancia responsable de una vasodilatación muy parecida a la que produce la viagra.
El problema es que la cantárida puede provocar graves episodios de congestión, que es lo que le pasó a Fernando el Católico cuando en 1516, con 64 años y de camino al monasterio de Guadalupe, hizo una parada en Madrigalejo y tomó, "para satisfacer a la fogosa Germana", una "sobredosis" que le provocó una hemorragia cerebral.
También inusual es la historia de María Cristina de Parma, la cuarta esposa de Fernando VII, a pesar de que era su sobrina, y que "aguantó dignamente" los cuatro años de matrimonio, durante los que tuvo dos hijas -Isabel II y Luisa-, con "un sujeto de repulsivo físico" que solo "yacía con ella con lujuria de animal y no con amor de esposo".
También tienen su espacio los "polvos" que desembocaron en hijos siempre cuestionados porque a su padre se les atribuía impotencia, caso de Enrique IV, y en "ilegítimos", entre los que el autor, "en un atrevimiento impertinente pero sugestivo", incluye a Alfonso XII.

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