
Realizó numerosas pinturas religiosas y retratos pero no percibió nunca dinero alguno por ellas porque, en esos tiempos estaba muy mal visto que una mujer cobrara dinero. Pero sí recibían obsequios, casi siempre muy valiosos, a cambio de sus trabajos.
Fue a Milán en 1558, donde pintó al Duque de Alba, quien la recomendó al rey español Felipe II. Al año siguiente, Sofonisba fue invitada a la corte española, lo que supuso un enorme reconocimiento a su talento.

Anguissola pasó los años siguientes pintando sobre todo retratos de corte oficiales, fue la artífice del retrato más conocido de Felipe II. Sus pinturas de Isabel de Valoir y de Ana de Austria, la cuarta esposa de Felipe II, son vibrantes y llenos de vida.
En 1555 dio a conocer su “Juego de Ajedrez”, una representación excepcional de un grupo de mujeres practicando ese juego, que es considerada una de las mejores obras de su género del siglo XVI.
Rubens halagó su trabajo, recibió consejos de Miguel Ángel y fue una maestra para Van Dyck, quien dijo de ella: "A pesar de haberse quedado ciega a los 60 años, en materia de pintura he recibido más luz de una ciega que de todos mis maestros".
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