lunes, 19 de abril de 2010

La sibila del Rhin

Hildegardis Von Bingen nació en 1098 y murió en 1179, en el por entonces Sacro Imperio Romano Germánico; su vida transcurrió, por tanto, a lo largo de casi todo el siglo XII. fue abadesa, líder monástica, mística, profetisa, médica, compositora y escritora alemana. Dotada de una cultura fuera de lo común, estuvo comprometida en la reforma de la Iglesia. Desarrolló una intensa labor, fundó dos monasterios y mantuvo correspondencia con reyes, emperadores y papas. Escribió varios libros, algunos de ellos enciclopédicos, incluido dos tratados sobre ciencia y medicina.

Fue la menor de diez hijos. Por ser la décima fue considerada como el diezmo para Dios, según la mentalidad medieval, siendo entregada a los catorce años al monasterio de Disibodenberg. Hildegarda recibió durante estos primeros años una educación monástica dirigida por Jutta de Sponheim. A la muerte de ésta, en 1136, a pesar de ser joven, fue elegida por las monjas como abadesa.

Empezó a tener visiones de objetos luminosos a la edad de 3 años y pronto se dio cuenta de este don, que mantuvo en secreto durante muchos años. Más tarde la propia Iglesia confirmaría como inspiradas por Dios. Estos episodios los vivía conscientemente, es decir, sin perder los sentidos ni sufrir éxtasis. Ella los describió como una gran luz en la que se presentaban imágenes, formas y colores; además iban acompañados de una voz que le explicaba lo que veía y, en algunos casos, de música.

En 1141, a la edad de cuarenta y dos años, le sobrevino un episodio de visiones más fuerte, durante el cual recibió la orden de escribir las visiones que en adelante tuviese. A partir de entonces, Hildegarda escribe sus experiencias, que darán como resultado el primer libro, llamado Scivias (Conoce los caminos), que concluirá en 1151.

En 1148, un comité de teólogos, a petición del Papa Eugenio III, estudia y aprueba parte de Scivias. El mismo Papa leería públicamente algunos textos durante el sínodo de Tréveris. Tras la aprobación, envió una carta a Hildegarda, pidiéndole que continuase escribiendo sus visiones.

Además de las obras religiosas, escribió obras de caracter científico: Liber Simplicis Medicinae o Physica, sobre las propiedades curativas de plantas y animales. En efecto, entre los años 1175 y 1185 una abadesa contemporánea de Hildegarda, Herrada de Landsberg –abadesa de Santa Odilia del Monte Sión, en Alsacia– compuso una enciclopedia para sus religiosas, Hortus deliciarum (El jardín de las delicias), acopio de historias, de crónicas y de recopilaciones diversas a partir de la Biblia y de los Padres de la Iglesia, pero también de los trabajos de Honorio de Autun y de la cotidiana experiencia. Esta obra, muy extensa y profusamente ilustrada, fue el origen de muchos conocimientos de los historiadores sobre las técnicas medievales. Pero los trabajos de Hildegarda presentan otro enfoque, ya que ella buscaba en todo momento establecer relaciones entre lo producido por la naturaleza y los seres humanos, cuyo equilibrio y salud le importaban en primer término. Y esto es lo que ha interesado a los hombres de nuestro tiempo, haciendo de ella una mujer muy contemporánea.

Otra de sus obras destacable es Lingua ignota, primera lengua artificial de la historia, por la que fue nombrada patrona de los esperantistas.


A todo esto hay que añadir que compuso multitud de misas, himnos y responsos. Hasta setenta y ocho obras musicales.

Se opuso abiertamente al emperador Federico I (Barbarroja), al cisma y los antipapas nombrados por él. También mostró su discrepancia cuando en 1178 dieron sepultura en el cementerio conventual a un noble excomulgado. Al haber sido excomulgado, el derecho canónico prohibía su entierro en suelo sagrado, por lo que se le pidió a Hildegarda que exhumara el cadáver. Ella se negó e incluso hizo desaparecer cualquier rastro del enterramiento, para que nadie pudiera buscarlo.

La sibila del Rhin, la profetisa, la secretaria de Dios, la primera mujer médico alemana y la primera mujer en publicar textos médicos, la respetada abadesa, la Santa, la luz de su pueblo y de su tiempo. Estos son algunos de los apelativos que se han usado para referirse a Santa Hildegarda de Bingen, una de las mentes más prolíficas y sorprendentes de la religión, el arte y la ciencia de todos los tiempos.












1 comentario:

vidiya dijo...

Para más información sobre tan interesante personaje, sugiero el libro:
El dulce canto del corazón de María Chiaia , Ediciones Narcea 2006
Y la página: http://www.hildegardadebingen.com.ar/