jueves, 17 de septiembre de 2009

El humillador

Hans-Joachim Litten fue un abogado alemán que, el 8 de mayo de 1931 y a petición suya, el mismísimo Adolf Hitler, líder del Partido Nacionalsocialista, se vio obligado a comparecer en los estrados como testigo ante un tribunal. ¿La causa? El ataque perpetrado el 22 de noviembre de 1930 por un comando de camisas pardas de un grupo de asalto (SA) contra el Palacio Edén y en el que hirieron a tiros a Willi Köhler, de 21 años; Norbert Budzinski, de 20, y Walter Braun, de 24.

Como abogado de la acusación particular contra los SA, Litten se enfrentó a Hitler y le acorraló. No supo responder de manera convincente a ninguna de las preguntas y cayó en numerosas y profundas contradicciones, quedando literalmente en ridículo.
Litten pagó con su vida el atrevimiento de haberse enfrentado en público al líder nazi, ya que tras la llegada de Hitler al poder en 1933, estuvo entre los primeros en caer bajo su puño.
Hans-Joachim comienza una peregrinación por numerosos establecimientos penitenciarios que culmina en Dachau. Son cinco años en los que Irmgard Litten emerge como una auténtica madre coraje, capaz de apelar a su origen ario y a sus credenciales nacionales y de reunirse con todos los cabecillas nazis con tal de conseguir la libertad de su hijo, contra quien nunca se formuló acusación alguna. La voluntad personal de Hitler y el temor de los nazis a que el abogado saliera de Alemania y contribuyera con su testimonio al desprestigio del régimen impidieron que éste se beneficiase de las amnistías decretadas por el Gobierno.
Cinco años más tarde fue hallado ahorcado en una letrina vestido sólo con una camisa. Había dejado una breve nota de despedida y otra con la explicación de su suicidio.
Litten es el protagonista del libro El hombre que humilló a Hitler de Benjamin Carter Hett.

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