Abû Raihan Muhammad ibn Ahmad al-Biruni nació el 4 de septiembre de 973. Hacia el año 1000, al-Biruni se instaló en la ciudad de Gorgán, en la provincia de Mazandarán, en la actual República Islámica de Irán. Allí, protegido por soberano al-Qabús, logró concluir su Cronología de las antiguas naciones. “En este libro –escribe, cuando acababa de cumplir veintisiete años– me he propuesto determinar del modo más exacto posible la duración de las distintas eras de la humanidad.”
En la Cronología, el investigador podrá descubrir las sutilezas de los calendarios islámico, griego, hebreo, persa, cristiano, etc. La crónica de los soberanos, de los héroes y de los acontecimientos políticos se entremezclan con la descripción de la civilización y de las costumbres. Se trata de una obra de historia y etnografía sin parangón, de un valor inapreciable.
Para poder estudiar a fondo los textos religiosos y científicos de los indios, aprendió el sánscrito a los cuarenta y cinco años de edad y rápidamente supo elevarse al nivel de sus maestros. Éstos se convirtieron pronto en sus alumnos, a los que al-Biruni enseñó en sus líneas esenciales el pensamiento islámico, cristiano, judío, mazdeísta y maniqueo. Tal fue su popularidad que afectuosamente le otorgaron el sobrenombre de “Océano sin límites”.
El resultado de casi más de doce años de permanencia en la India se tradujo en la realización de su obra colosal conocida en árabe como Kitâb al-Hind (“Libro de la India”), que pasó a ser la principal fuente de información sobre ese enorme y antiquísimo país. En su pormenorizada obra, al-Biruni explica el sistema de castas, la filosofía, las ciencias exactas, la religión, las supersticiones, las leyes y costumbres, las leyendas, el sistema de pesas y medidas, la literatura, la geografía y, por supuesto, la historia.
La curiosidad de al-Biruni abarcaba los campos más diversos, si bien la mayor parte de sus obras se refieren a la astronomía, la geografía, la física y la geodesia. Su última obra es una Farmacopea en la que estudia las plantas y su aplicación en medicina.En ella establece una clasificación, acompañada de descripciones de los vegetales, los animales y los minerales, y presenta las plantas medicinales por orden alfabético. Sus coetáneos decían de al-Biruni: “Salvo dos días de fiesta al año , su mano no abandona nunca la pluma, sus ojos no cesan de observar ni su espíritu de meditar”. Semejante constancia explica que al morir hacia 1048, a los setenta y cinco años de edad, hubiera escrito de su puño y letra más de ciento cincuenta libros, entre ellos setenta tratados de astronomía, veinte de matemáticas y dieciocho obras literarias –incluidas las traducciones– y bibliográficas. Ello explica también su reputación de cartógrafo, meteorólogo y físico, a la par que filósofo, historiador y etnógrafo.
1 comentario:
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