Stonehenge cuya construcción se inicia hace más de 5.000 años, en el Neolítico, y concluye mil años después, en la edad del Bronce (su uso fue abandonado alrededor del 1.500 a. de C.) es un monumento que adquirió la forma que lo ha convertido en un icono, es decir las grandes piedras con dinteles -el círculo de piedras sarsen, el de piedras azules y los trilitos-, hacia el 2000 a. de C. Los 162 misteriosos bloques de piedra -sin olvidar los circundantes terraplenes, foso, hoyos, túmulos y calzada que configuran el conjunto- constituyen uno de los grandes enigmas de la arqueología y han dado lugar a innumerables teorías.
Siempre se ha creído que las piedras de Stonehenge tenían propiedades curativas, que estos monolitos fueron transportados más de 250 kilómetros hasta este lugar porque los antiguos pobladores creían que las piedras tenían dotes curativas. Incluso el profesor Wainwright haciendo una analogía, calificó el lugar como un "Lourdes neolítico”.
Sin embargo, según el arqueólogo de la Universidad de Sheffield, Mike Parker Pearson, que ha liderado la investigación, Stonehenge fue empleado como cementerio desde el año 3.000 a de C. y hasta mucho después de la colocación de las famosas piedras colgantes. Los arqueólogos afirman además que los enterramientos son muchísimo más numerosos de lo estimado y elevan hasta 240 las personas que habrían sido inhumadas en el monumento en un proceso que habría ido incrementándose con el tiempo. "Ahora tenemos claro que Stonehenge tuvo un carácter funerario en todas sus etapas"
El primer día de verano, el Sol sale justo atravesando el eje de la construcción, lo que hace suponer que los constructores tenían conocimientos de astronomía.
Primero fueron los monjes tibetanos, después los aborígenes australianos y después los descendientes de los mayas, quienes han cruzado el océano para llevar su ritual a Stonehenge.
Stonehenge fue nominado en el concurso de las Nuevas Siete Maravillas del Mundo, sin embargo, no fue escogido.
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