Aunque presumes, Nise, que soy tosco
y que, cual palomilla, me chamusco,
yo te aseguro que tu luz no busco,
porque ya tus engaños reconozco.
Y así, aunque en tus enredos más me embosco,
muy poco viene a ser lo que me ofusco,
porque si en el color soy algo fuscoso
y en la condición mucho más hosco.
Lo que es de tus picones, no me rasco;
antes estoy con ellos ya tan fresco,
que te puedo servir de helar un frasco:
que a darte nieve sólo me enternezco;
y así, Nise, no pienses darme chasco,
porque yo sé muy bien lo que me pesco.
Sor Juana Inés de la Cruz
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