jueves, 8 de noviembre de 2007

Eminencia

Santiago Grisolía nació en Valencia el 6 de Enero de 1923. Estudiando Medicina en las Facultades de Madrid y Valencia, siendo uno de los discípulos más brillantes de su tiempo, licenciándose por la Universidad de Valencia (1944) y realizando la tesis doctoral en Madrid (1949).
A los veintidós años se marchó a Estados Unidos, habiendo publicado ya varios trabajos experimentales. Es el primer alumno graduado del profesor Severo Ochoa en el Departamento de Química de la Universidad de Nueva York, donde trabaja en la fijación del anhídrido carbónico, tema que ya no abandonará nunca.
Durante muchos años ha sido profesor de Bioquímica y Biología molecular en la Universidad de Kansas, así como en las de Chicago y Wisconsin, realizando, en esta última, descubrimientos clásicos en el ciclo de la urea, que tienen importancia tanto básica como práctica. Paralelamente continua los estudios de fijación de anhídrido carbónico y demuestra que la citrulina, es, en realidad, un intermediario de la síntesis de urea, un hecho que también estaba en disputa en aquellos tiempos.
Ha publicado más de cuatrocientos trabajos científicos, y alrededor de treinta artículos divulgativos, desarrollando, asimismo, una ingente labor docente investigadora a lo largo de muchos años en muy diversos países europeos y americanos.
El trabajo de Grisolía se ha centrado en materias como la enzimología del metabolismo de nitrógeno (ciclo de la urea y degradación de pirimidinas), el metabolismo de fosfogliceratos, el recambio y degradación intracelular de proteínas y el control de la síntesis de la tubulina en el cerebro.
Además de todo eso, Santiago Grisolía es un hombre profundamente bueno y generoso, sabio e irónico, que a sus 82 años aún tiene la esperanza depositada en la divulgación y los avances de la ciencia. “Si volviera a nacer”, dice categórico, “escogería la misma vida: hacer algo por los demás, que es lo que intento”.
Su vida no sería lo que es si no hubiera conocido y trabajado con Severo Ochoa en el año 45; aún hoy vive a la sombra del célebre premio Nobel, así que en Valencia le han dejado poner el nombre del maestro a la calle donde vive.
Para el investigador, la clave de la longevidad no es otra que “la curiosidad”. Pese a sus años, pese a haber asistido al origen de tantos descubrimientos, el profesor conserva intacta su capacidad de sorpresa.
El bioquímico español, Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica, propone medidas de control de la natalidad humana para combatir el cambio climático, porque, a más personas, más consumo energético. Cree que la cooperación de las fuerzas económicas, políticas y de los científicos es "fundamental" para solucionar los retos medioambientales del presente y del futuro, siempre "bajo el liderazgo de la ONU".
Según sus palabras, "España es líder en energía eólica gracias a una comunidad científica joven" y "con imaginación".

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