Juan Caramuel (1606-1682) es una de las personalidades más curiosas y menos conocidas de nuestro país. Fraile cisterciense entroncado con la linajuda estirpe bohemia de los Lobkowicz, era hijo de un luxemburgués afincado en España desde 1586.
Nada escapó a su omnímoda curiosidad, de suerte que por su espíritu enciclopédico ha llegado a llamársele el Leibniz español. Fue ante todo un generalista y nunca abordó un tema, cualquiera que este fuese, sin replantearse sus fundamentos teóricos desde todas las perspectivas posibles como un típico homo universalis: Caramuel se interesa y escribe sobre la lengua, la literatura en general y el teatro y la poesía en particular, la pedagogía, la criptografía, la filosofía y la teología, la historia y la política de su tiempo, la música, la pintura, la escultura, la arquitectura, las matemáticas, la física, la astronomía, etc.
Publicó unas sesenta obras de las más de doscientas que escribió, sobre una infinidad de temas. Se le recuerda por sus Laberintos barrocos y todo tipo de artificios verbales, es menos conocido el hecho de que a él se debe la primera descripción impresa del sistema binario.
Amante de las lenguas, llegó a dominar y hablar una veintena. A Caramuel y a su gran amigo Atanasius Kircher (y a otros ingenios de su época) les es común la preocupación por la lengua universal, lo que les llevó, entre otras cosas, a interesarse por el chino. De hecho el creador del esperanto L. L. Zamenhof cita a ambos en su libro Fundamenta Krestomatio, entre los precursores de la idea de lengua universal.
Syntagma de arte typographica, opúsculo inserto en el cuarto tomo de su Theologia Moralis fundamentalis (Lyon, 1694) trata sobre tipografía e imprenta, y es el primer tratado sobre esta materia escrito por un español y reimpreso en versión bilingüe, en dicha obra se ocupa de cuestiones que hoy llamaríamos de "normalización bibliográfica" sobre uso de cursivas en las citas de obras, o sobre la numeración de las páginas, o habla sobre la tipografía que hay que usar para tÌtulos y subtítulos. Como se ve, no hay cuestión interna o externa sobre la que no tenga su —con frecuencia razonada— opinión. Como no podía ser menos, tiene su propio método de confección de Ìndices.
La Metamétrica constituye la segunda parte (la primera es la Rítmica) de la obra titulada Primus calamus del polifacético fraile cistercience en la que desarrolla una serie de artificios poéticos, compuestos de palabras e imágenes no fáciles de comprender, pero muy significativos de la literatura barroca. La obra se imprimió en varios talleres a la vez, lo que explica su foliación discontinua. El texto va acompañado de grabados que representan los laberintos poéticos de Caramuel.
Compuso complejos enigmas lingüísticos y juegos barrocos de ingenio pese a lo cual también aplicó su talento a ahondar en terrenos científicos como la teoría de la probabilidad, dando pasos en la dirección correcta hacia la formulación de Pascal o cuya Kybeia, que constituye un breve tratado de 22 páginas contenido en su obra titulada Mathesis biceps, representa el segundo tratado sobre cálculo de probabilidades de la historia.
Fue también el primer español que publicó una tabla de logaritmos. Otra de sus aportaciones científicas fue, en astronomía, un método para determinar la longitud utilizando la posición de la Luna. En trigonometría, propuso un método nuevo para la trisección de un ángulo.
En su tratado de Architectura recta y obliqua, se esconde una obra de carácter enciclopédico, casi una historia de la humanidad, plagado de excursus, digresiones y anécdotas de gran interés para los historiadores de la ciencia y el pensamiento. Justifica una nueva arquitectura a la que llama oblícua, realizada de acuerdo con el plano inclinado y los efectos de la perspectiva artificial, que representa un alegato a favor de la libertad creadora del arquitecto.
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