Potosí, en la actual Bolivia, es una de las ciudades más antiguas, famosas y de más historia de América.
Fue fundada el 1 de abril de 1545 como un pueblo minero pero adquirió rápidamente una gran riqueza llegando a ser en 1625 una de las ciudades más importantes del mundo, con una población de 160.000 habitantes que hacía de ella la mayor de América, y del Imperio Español, conocida por su derroche de riqueza, a cuya sombra surgieron centenares de iglesia, residencias, palacios y plaza, y cobraron un auge inusitado las bellas artes entre los siglos XVII y XVIII.
Llegó a ser el mayor centro de producción de plata del continente y en pleno siglo XVII, ya contaba con treinta y seis iglesias espléndidamente ornamentadas, otras tantas casas de juego y catorce escuelas de baile. Los salones, los teatros y los tablados para las fiestas lucían riquísimos tapices, cortinajes, blasones y obras de orfebrería, de los balcones de las casas colgaban damascos coloridos y lamas de oro y plata.
"¡Vale un Potosí!" fue una frase común en la época colonial para expresar el altísimo valor de un objeto.
Se cuenta que, a fines del siglo XVI, el Inca Huaina Capac, señor del imperio inca que se extendía desde Quito, Ecuador, hasta Chile, visitó al Sumaj Orko - "cerro magnifico", en quechua -, y ordenó que se confeccionaran joyas de plata para su corte. Cuando comenzaron a extraer el mineral de sus vetas, una voz estruendosa les conminó a que se detuvieran: "No caven; no es para otros". Poco después los primeros colonizadores españoles se asentaron al pie del cerro...
Potosí hoy es una ciudad minera por excelencia, tiene centros mineros de estaño, plata, cobre y plomo. Su producción industrial es una de las más importantes del país.
Potosí fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1987.
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