San Nicolás de Myra (como se le conoce en oriente) o San Nicolás de Bari (como se le conoce en occidente) fue un obispo que vivió en el siglo IV.
Según la leyenda, fue obispo por casualidad. Aunque era necesario llenar los requisitos, en esos tiempos, en que no los nombraba el Papa sino que los elegían los fieles, no siempre se tomaron en cuenta. San Ambrosio de Milán fue elegido obispo cuando aún no había recibido ni siquiera el bautismo. San Severo era laico también. San Nicolás fue electo de la misma manera. No había obispo en Myra. El clero se reunió para designarlo; pero surgieron dos grupos y al empatar varias veces, resolvieron nombrar al primero que pasara y pasó Nicolás. La legislación al respecto se fue modificando paulatinamente. En el siglo XII el célebre canonista Graciano, cuando habla de la necesidad de pertenecer al orden clerical para ser obispo, aduce tres excepciones: San Ambrosio, San Severo y San Nicolás. Habremos de agregar otra: Vasco de Quiroga, quien saltó de la vida política a la eclesiástica en un solo día. Recibió todas las órdenes, desde la tonsura hasta el obispado, en una hora.
Pero centrémonos en San Nicolás.
Su relación con los niños nace de una historia que cuenta que un criminal acuchilló a varios niños, entonces el santo rezó por ellos y obtuvo su curación casi inmediata.
Su mítica fama de repartidor de obsequios se basa en otra historia, que cuenta que un empobrecido hombre padre de tres hijas, no podía casarlas por no tener la dote necesaria, al carecer las muchachas de la dote estaban condenadas a ser "solteronas". Enterado de esto, Nicolás entró por una ventana y puso una bolsa de oro dentro de las medias de lana que las jóvenes habían dejado secando, de ahí viene la costumbre de colgar unas medias tejidas que sirven para que ahí deje los regalos (aquí son los zapatos) y por eso es el mito de que no puede ser visto por los que recibirán el regalo.
También fue nombrado Patrono de los marineros, porque, cuenta otra historia, que estando algunos de ellos en medio de una terrible tempestad en alta mar y viéndose perdidos comenzaron a rezar y a pedir a Dios con oraciones tales como Oh Dios, por las oraciones de nuestro buen Obispo Nicolás, sálvanos. En ese momento la figura de San Nicolás se hizo presente y calmó las aguas.
En oriente se lo conoce como San Nicolás de Mira, pero en occidente como San Nicolás de Bari, ya que, cuando los musulmanes invadieron Turquía, los cristianos lograron sacar en secreto sus reliquias (1087) y las llevaron a la ciudad de Bari en Italia. En esta ciudad se obtuvieron tantos milagros al rezarle al santo que rápidamente su popularidad se extendió por toda Europa. Hay cientos de templos en todo el mundo dedicados a su figura. Ya en el año 550, en Roma se erigió uno en su honor.
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