Había en una de las islas Canarias una viejecita cuyo marido pescador, enfermó y ella tuvo que sustituirlo saliendo a faenar en un bote.
Al poco tiempo, la calidad de sus capturas la convirtió en proveedora de los restaurantes más exclusivos de la isla.
Cuando el resto de pescadores volvían tras una aciaga jornada, ella, por contra, venía surtida de hermosas y copiosas capturas.
Su fama se corrió de forma que un día fue entrevistada por un diario local.
El periodista se encontró con una enjuta mujer de tostada y curtida piel que, a la puerta de su casa, fumaba con deleite.
El periodista le preguntó por el secreto de su éxito.
Ella dijo:
- Cuando me despierto, aparto la colcha de la cama y contemplo el miembro de mi marido.
-¿Y eso?- preguntó asombrado el reportero.
- Si el miembro le cuelga hacia la izquierda, tiro las redes al costado izquierdo de la barca y si le cuelga hacia la derecha, las lanzo a la derecha.
- ¿Y si el miembro está para arriba?- Preguntó el entrevistador con picardía.
A lo que la anciana, tras exhalar una bocanada de blanco humo, contestó:
- ¡Verá joven, nunca salgo de pesca cuando puede haber temporal!...
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