La fotografía de Don McCullin discurre por la memoria de medio siglo de historia de nuestro planeta; un planeta plagado de guerras y tragedias, cicatrices en la mente de un fotoperiodista que ha documentado las atrocidades con un tremendo coraje y una absoluta dedicación a la verdad. McCullin está considerado como uno de los grandes fotógrafos del siglo XX, maestro del
fotoperiodismo de guerra.
En 1971 vio la imagen que marcaría su carrera. Un hombre con un bebé en brazos y tres niños pequeños a su lado, junto a una camilla sobre la hierba en que está depositado el cadáver de la madre. "Fue uno de los peores momentos de mi vida", recuerda tres décadas después. Aquel día, en la frontera india, trató de hacer la fotografía mirando al cielo, para que no vieran que estaba llorando. "El padre se lamentaba, preguntando cómo iba a dar de comer a sus hijos, sobre todo al pequeño, que se mordía los puños de hambre. Cuando hice la foto, le di el dinero que tenía, pensando que quizás no lo aceptaría. No me sentí mejor. En cierto modo, estaba comprando la libertad de mi conciencia", afirma McCullin, considerado una leyenda del fotoperiodismo.
Don McCullin, acaba de regresar de la frontera del Chad con la región sudanesa de Darfur, donde fotografió lo que Penny Lawrence, director de Oxfam Internacional, ha calificado como "la mayor concentración de sufrimiento humano en el mundo".
"Todas las guerras son iguales. Es carne, huesos y gente que muere antes de tiempo.
Son obscenas".
"Cuando volvía a casa de alguna guerra me sentía extraño con mi familia y acabé perdiéndola. De eso si me arrepiento y tengo que vivir con ello. No es un buen equipaje".
"Este año, por primera vez en toda mi vida, me llamaron de Intermón Oxfam para que colaborase con ellos: '¿Irías a Darfur?'. ¡Por fin me llamaban! La campaña recaudó tres millones de euros. Y por primera vez sentí que hacía algo útil".
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