Wilfryd Michal Habdank-Wojnicz nació el 31 de octubre de 1865 (algunos biógrafos dicen 1863) en Kaunas, Lituania. Químico y farmacéutico, estudió en las Universidades de Varsovia y San Petersburgo, doctorándose en su especialidad por la Universidad de Moscú.
Acosado por problemas políticos fue encarcelado, y en 1885 fue deportado a Siberia. Wilfryd soportó este suplicio durante cinco años, hasta que logró fugarse de su presidio en 1890. En su huida logró comprar un pasaje de tercera clase en un barco de carga que transportaba fruta a Londres.
Una vez allí, en Londres, Wojnicz se casó con una joven irlandesa, Ethel, que era nada menos que la quinta hija del matemático y filósofo George Boole (autor del Álgebra Booleana), y ambos pasaron su tiempo escribiendo y enviando a Rusia literatura revolucionaria y traduciendo al inglés las obras de Marx y Engels.
Wojnicz (que a esta alturas había anglicanizado su nombre y ya firmaba "Voynich"), comenzó a interesarse por los libros, manuscritos y catálogos antiguos. En esta tarea prosperó, y pronto estableció un importante comercio de libros raros en Soho Square N° 1, Londres, a donde acudían todos los coleccionistas deseosos de adquirir un ejemplar largamente soñado.
En 1912, Voynich viajó a Italia por segunda vez: ya había estado en ese país en 1898. En ese segundo viaje, totalmente dedicado a la adquisición de volúmenes antiguos para su negocio, recaló en la biblioteca del Colegio Jesuita de Villa Mondragone en Frascati, una población cercana a Roma. Revisando un arcón que contenía los libros que los curas deseaban vender, le llamó la atención un volumen escrito en unos extraños caracteres que Voynich no pudo identificar. Pasando las hojas del manuscrito, observó que la mayoría de ellas estaban ilustradas con dibujos de diversas plantas, estrellas y figuras humanas, ninfas o mujeres desnudas. Para colmo de las sorpresas, entre las páginas del libro Voynich halló una antigua carta en latín, fechada en 1666.
Los sacerdotes se mostraron de acuerdo en vender a Voynich el manuscrito y su carta, y éste los llevó a su negocio londinense. Confundido por los extraños símbolos que cubrían las páginas, Voynich fotografió cada una de ellas por el anverso y el reverso (son en total 246), y envió las copias a los más reputados lingüistas de su tiempo: ninguno de ellos fue capaz de identificar la lengua, como tampoco el juego de caracteres con el que el libro está escrito. Era sólo el comienzo de una de las historias más increíbles y uno de los enigmas más sorprendentes de la historia de la ciencia humana.
En 1914, Voynich se mudó a Nueva York, donde continuó con su oficio de librero especializado en textos raros, y allí se quedó hasta su muerte, ocurrida en 1930 (o en 1931, según algunos biógrafos).
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