Fausta Elorz y Olías, natural y vecina de Madrid, residía largas temporadas en Falces (Navarra) por sus entronques familiares. Hija única, soltera, inmensamente rica y aficiones filantrópicas, dictó en su testamento la creación de alguna obra de caridad o fundación. Los tres nombrados albaceas crearon una fundación benéfica, sin ánimo de lucro, para construir un asilo para ancianas en Madrid y otro más modesto, en Falces, siendo en todo caso indispensable para el ingreso en dichos asilos acreditar en debida forma ser pobre de solemnidad.
El edificio de la Fundación Fausta Elorz en Madrid, situado en la calle Conde Peñalver, es muy fácil de reconocer por los madrileños por su fachada neomudéjar. Fue edificado según un proyecto del arquitecto Manuel Zabala Gallardo entre 1910 y 1914. Al comienzo de la Guerra Civil, el edificio fue incautado y destinado a cárcel de hombres hasta mediados los años cuarenta. La denominaron cárcel de Torrijos y entre sus paredes albergó al muy ilustre poeta Miguel Hernández, en ellas escribió su famosa Nanas de la cebolla, dedicada a su hijo, a raíz de recibir una carta de su mujer, en la que le decía que no comía más que pan y cebolla. Logró salir en libertad sin juicio, inesperadamente, gracias a las gestiones de Pablo Neruda con un cardenal, en septiembre de 1939.
Después se hizo cargo del edifio durante una década Auxilio Social [organización franquista de beneficencia] , para volver a su función primigenia a partir de entonces.
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