En 1883 presidió el tribunal opositor que otorgó la cátedra de Anatomía de Valencia a Ramón y Cajal, iniciándose una estrecha relación entre ambos. No sucedería lo mismo en su cátedra de Patología general de Madrid donde tuvo como alumno a Pío Baroja, a quien suspendió tres veces, ¡hasta tres veces fue suspendido Baroja en Patología! la última si bien no fue culpa de Letamendi sí de un “letamendiano convicto por haber sido durante varios años auxiliar del gran farsante”. SEsstamos hablando del profesor de patología que cometió la tremenda imprudencia de suspender al joven Pío en su tercer año de universidad. El suspenso obligó a toda la familia Baroja a trasladar su residencia a Valencia, pero la afrenta infringida por el catedrático Letamendi no quedó impune.
El hecho de la incompatibilidad del escritor con el médico-filósofo se ve reflejado en su novela El árbol de la ciencia. En esta humillación parece hallarse el origen de la demolición de Letamendi, del desprestigio de este médico encumbrado en su tiempo y de su definitivo olvido. Era en el Madrid de entonces, un genio indiscutible, así lo decretaron Menéndez Pelayo y Galdós; y, sin embargo, hoy, pese a las vindicaciones de Marañón, Laín Entralgo, Palafox y Del Castillo-Nicolau, la posteridad le ha abandonado.
Aforismos del Dr. Letamendi:
- Para ser un buen médico son imprescindibles dos requisitos: capacidad de observación y no tener asco de nada.
- El médico que sabe sólo de medicina, ni medicina sabe.
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