El equipo que dirige Malcolm McCulloch, un ingeniero eléctrico de Oxford, ha fabricado el prototipo de un refrigerador patentado en 1930 por el premio Nobel y su colega, el físico atómico húngaro Leo Szilard (probablemente el primer científico que pensó seriamente en construir bombas atómicas) que tiene la ventaja de no alimentarse de electricidad.
Los refrigeradores modernos son muy perjudiciales para el medio ambiente ya que funcionan mediante la compresión y expansión de gases llamados freones, más nocivos aún que el dióxido de carbono y que contribuyen poderosamente al llamado efecto invernadero. Conforme aumenta el nivel de vida en muchos países en desarrollo se venden cada vez más frigoríficos, con lo que aumenta la llegada a la atmósfera de dichos gases nocivos.
El modelo inventado por Einstein y Szilard (1898-1964) no requiere los freones y usa en cambio amoniaco, butano y agua y aprovecha el hecho de que los líquidos hierven a temperaturas inferiores cuando la presión del aire es menor.
McCulloch cree que el diseño original de Einstein y Szilard no era muy eficiente, pero si se mejora el diseño y se utilizan otros gases, será posible multiplicar por cuatro su eficiencia. El experto británico quiere llevar la idea más lejos aún: la única energía que necesita el refrigerador es para calentar una bomba y McCulloch ha estado trabajando en la posibilidad de utilizar para ello energía solar.
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