CALLES - Somos las calles, somos las plazas
y callejones de Madrid,
que por un recurso mágico
nos podemos hoy congregar aquí.
Es el motivo que nos reúne
perturbador de un modo tal
que solamente él causaría
un trastorno tan fenomenal.
En tertulias, cafés,
¡pues!
donde dos personas haya,
¡vaya!
el motivo en cuestión
siempre sostiene la conversación.
Por lo extraño que es
¡pues!
lo comenten de mil modos,
¡todos!
y hay quien piensa, quizás,
que es un infundio que no cabe más.
Pero lo cierto que ya circula
con insistencia por ahí
y que muchos le dan crédito
y por eso ya nos congrega aquí.
Porque es el caso, que según dicen,
doña Municipalidad
va a dar a luz una Gran Vía,
que de fijo no ha tenido igual.
Cuando yo lo escuché
asombrada me quedé,
todo aquél que lo oyó
asombrado se quedó,
pues causó, ¡voto a tal!
un asombro general ...
porque doña Municipalidad
para tales casos
pasa de la edad.
A decir la verdad
esa vía está demás,
porque todos aquí
tienen calles para sí,
con arreglo y razón
a su clase y condición,
y es de suponer
que en concepto tal,
para una Gran Vía
no habrá personal.
Van a la calle de la Bola
embusteros a granel,
a la del Oso van los novios
y otros muchos que yo sé.
Van a la calle de Peligros
los que oprimen el país,
y a la del Sordo va el gobierno
que no quiere oír.
Los que la tienen por el mango
buscan la de la Sartén
y los que viven escamados,
que son muchos, la del Pez
A la plazuela del Progreso
mucha gente ya se va,
y el pueblo honrado
va a la calle de la Libertad.
En Madrid, ya se ve,
los pequeños son los más.
Claro está que no sé
a esa vía quién irá.
La ra la la la etc.
Si nos sublevamos
calles y plazuelas,
¡vaya una jarana
que se puede armar!
Las de la Cebada
y los Montenses
¡qué lechugazos van a soltar!
Porque si esa vía,
por llamarse grande,
cuando nazca, a todas
tratar de humillar,
va a llevar un susto de seguro
la señá Municipalidad.
Tisé, tiñá,
timú, tiní,
ticí, tipá,
tilí, tidad.
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