Nacida en Bruselas el 16 de noviembre de 1908 en una familia de la burguesía franco-belga, tuvo una infancia marcada por la muerte de su padre, quien se ahogó ante sus ojos cuando ella sólo tenía seis años.
A los 20 años, Madeleine Cinquin (éste era su nombre) decide entrar en un convento y a los 23 años emitió los votos religiosos en la congregación de Notre-Dame de Sión (1931) tomando el nombre de sor Emmanuelle.
Sor Emmanuelle era una mujer cultivada. La educación fue el pilar de su lucha. Dedicó la mayor parte de su vida a la enseñanza. Era, por otra parte, graduada de ciencias filosóficas y religiosas. En primer lugar enseñó letras en Estambul, luego en Túnez y, por último, en Egipto.
A los 20 años, Madeleine Cinquin (éste era su nombre) decide entrar en un convento y a los 23 años emitió los votos religiosos en la congregación de Notre-Dame de Sión (1931) tomando el nombre de sor Emmanuelle.
Sor Emmanuelle era una mujer cultivada. La educación fue el pilar de su lucha. Dedicó la mayor parte de su vida a la enseñanza. Era, por otra parte, graduada de ciencias filosóficas y religiosas. En primer lugar enseñó letras en Estambul, luego en Túnez y, por último, en Egipto.
En aquellos años sensibilizó a sus estudiantes de la clase más acomodada a hacerse cargo de las dificultades de las poblaciones más pobres de su País. En el 1971, a la edad de 63 años y ya jubilada, decide compartir la vida con los pobres, cumplir su sueño e irse a vivir con los niños traperos de las afueras de El Cairo donde se labró el apelativo de la hermanita de los traperos donde permaneció durante 22 años. Como siempre sucede en estos casos, la obra de la hermana Emmanuelle no hubiera podido hacerse realidad si ella estuviera sola. A su lado estuvieron, ya desde principios de los setenta, obispos, sacerdotes y religiosas de la Iglesia ortodoxa copta, como la hermana Sarah Ayoub Ghattas, quien en ese entonces era la superior de la orden de las Hijas de María de Béni-Souef, así como el obispo local, Atanasios. En 1980, para mantener las acciones llevadas a cabo en favor de los pobres, funda la asociación ASMAE (Association soeur Emmanuelle) creando escuelas, hospitales y dispensarios en Brasil, Madagascar, Egipto, la India, Filipinas, Burkina Faso y otros países, ocupándose en la actualidad de más de 70.000 niños.
Pero en 1993, obedeciendo a sus superioras, la religiosa dejó definitivamente Egipto para incorporarse a la comunidad. Desde Europa siguió combatiendo por la solidaridad. Escribió hasta 17 libros entre los cuales destacan "Riqueza de la pobreza" (2001), "Secretos de vida" (2000), "Vamos los jóvenes" (1997) y "El paraíso son los otros" (1995), pero dejó al morir un legado muy especial, 'Confesiones de una religiosa' un libro que quiso póstumo pues revela en él algunos secretos íntimos, en busca de la verdad, dando sus puntos de vista progresistas en lo religioso. Apoyaba el uso del preservativo y de la píldora anticonceptiva y creía en que los curas debían poder casarse.
Sor Emmanuelle falleció en su residencia de ancianos de Callian (sur de Francia) el 20 de octubre de 2008 a menos de un mes de celebrar su 100º aniversario.
“El cristianismo no es una ideología, sino una entrega apasionada al pobre”
"Siento una inmensa gratitud por todos los que me han enseñado que el amor es más fuerte que la muerte y lleva en sí una semilla de eternidad".
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