lunes, 29 de octubre de 2007

Colombine

Carmen de Burgos (1867-1932) fue una escritora de inmensa cultura, a la que guió siempre un anhelo de modernidad y de justicia social; muchas de sus propuestas, son hoy las normas reconocidas en una sociedad desarrollada.
La dimensión y variedad de su obra parece inabarcable y la convierte en una verdadera polígrafa: creó más de un centenar de novelas cortas y largas, y muchos libros entre los que se incluyen estudios literarios de importancia vigente hoy, así como libros de viajes, biografías, traducciones, estudios sociales.
Se convirtió en la primera mujer redactora de un periódico, con columna fija (Colombine fue su alias periodístico más famoso, aunque también utilizaba los de Marianela, Honorine y Raquel) desde cuyo puesto publicó millares de artículos; su firma era solicitada por las principales publicaciones españolas y por muchas otras de Europa y de América; asimismo, en 1909 se convirtió en la primera mujer corresponsal de guerra (como tal cubrió la tragedia de Marruecos) y fue, por útimo, la primera escritora española que trató la homosexualidad femenina en sus obras.
Se erigió como pionera en la defensa de la igualdad de la mujer, promoviendo diferentes campañas contra las leyes discriminatorias y defendiendo incansablemente la necesidad de su educación. Presidió organizaciones feministas nacionales e internacionales, a las que aportó el prestigio de su figura; al frente de ellas, por primera vez en España, salió a la calle en 1921 para exigir el voto femenino a las puertas del Congreso, después de otras campañas en la prensa desde 1906. También militó en la política a favor de la República. Brilló como conferenciante en las tribunas españolas, europeas y americanas más prestigiosas. Recorrió a lo largo de su vida toda Europa y varios países de América, alimentando su ansia de conocimiento, estableciendo vínculos con personalidades y organizaciones, entrevistando a gobernantes, escritores y artistas, y dejándonos, por último, el testimonio de su ancha aventura vital. En el orden personal, rompió muchas convenciones de su tiempo y, durante veinte años, vivió con Ramón Gómez de la Serna una hermosa historia de amor.
Fue también profesora de sordomudos y ciegos, y ejerció como tal hasta su muerte.
El 9 de octubre de 1932, tras haber intervenido en una reunión del Círculo Radical Socialista, fallecía de un ataque.

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