martes, 14 de agosto de 2007

Echar la siesta


Aunque su origen ha sido atribuido a los españoles, la siesta está muy extendida por Latinoamérica, Grecia, Norte de África, India, China, Filipinas y, desde hace unos años se ha hecho fuerte en EE.UU., algunos países del norte de Europa y Japón. Cela, Einstein o Churchill fueron algunos de sus más fervientes defensores.
Al parecer el origen del concepto se impuso por el respeto que merece la "regla de San Benito" , abad de Nursia, en la región de Umbría (Italia), que rezaba lo siguiente:
Desde Pascua hasta las Calendas de octubre, al salir del oficio de prima, trabajarán por la mañana en lo que sea necesario hasta la hora cuarta. Desde la hora cuarta hasta el oficio de sexta se dedicarán a la lectura. Después de sexta, al levantarse de la mesa, descansarán, en sus lechos con un silencio absoluto.
La norma de guardar reposo y silencio después de la "sexta hora", que a su vez proviene de la hora sexta latina, es decir, del mediodía, que es la hora de más calor, teniendo en cuenta que el día de los romanos contaba con doce horas (igual que la noche) lo que hace que la primera hora del día era la séptima de nuestro sistema de veinticuatro horas. Ahí tuvo su origen la palabra "sextear" o "guardar la sexta", que después se deformó en el popular "sestear" o "guardar la siesta".
Hace unos años, un estudio realizado en Grecia a más de 25.000 personas de ambos sexos entre 20 y 86 años, arrojó datos tan interesantes como éstos: el riesgo de morir de un ataque al corazón se reduce en un 34% en las personas que duermen siesta y es especialmente buena para hombres que trabajan, en los que este riesgo se puede minimizar hasta en un 64%. Lo que queda avalado por el hecho de que la incidencia de enfermedades cardíacas es menor en los países donde existe la costumbre de echar un sueñecito a la hora del café.

1 comentario:

vidiya dijo...

La imagen corresponde al cuadro titulado La siesta de Vicent Van Gogh